Por: Luis F. Leroy Gálvez
En: Universidad de La Habana. Síntesis histórica
La primera gestión encaminada a crear la Universidad de la Habana fue hecha por el dominico fray Diego Romero, Prior Provincial de la provincia eclesiástica de Santa Cruz de las Indias, de la Orden de Predicadores, el cual en la reunión del Cabildo habanero de 12 de septiembre de 1670, presentó una petición para que el Ayuntamiento informase al Rey sobre la conveniencia de fundar en esta capital una Universidad, a semejanza de la que ya existía en la ciudad de Santo Domingo, en el convento del mismo nombre en la Isla Española.
Aunque se elevó un informe favorable, según se desprende de la lectura de documentos existentes en el Archivo de Indias, la instancia no prosperó, y en 1699 otro dominico, llamado fray Diego de la Maza, Prior del convento de Santo Domingo en la ciudad del mismo nombre en la Isla Española, volvió a instar, esta vez cerca del Rey, quien dictó las órdenes oportunas para que se impetrase la disposición pontificia en obsequio de los dominicos. Por negligencia, a lo que parece, en la tramitación del largo procedimiento usual para estas gracias apostólicas, lo actuado cayó en un impasse del que vino a salir más de tres lustros después, cuando en 1717 otro dominico, el Maestro fray Bernardino de Membrive, Procurador General de la Orden de Predicadores en las Filipinas, México y La Habana elevó un Memorial al Rey en el que exponía las gestiones hechas dieciocho años antes, y cómo a pesar de la diligencia de S.M. no se había ejecutado aún lo pedido, por lo que suplicaba se diera un nuevo despacho. En consideración al Memorial presentado, el Rey Felipe V de Borbón, en carta a su Arzobispo, el Cardenal Aquaviva, de fecha 9 de octubre de 1717, le encargó que intercediese en su nombre cerca de Su Santidad, para que se le otorgara a los dominicos de La Habana la gracia pedida. Las gestiones comenzadas en 1670, reiteradas en 1699 y vueltas a hacer en 1717, lograron por fin el objetivo deseado, A cuatro años más tarde, el 12 de septiembre de 1721, el Papa Inocencio XIII concedía un Breve Apostólico por el que otorgaba a los religiosos de la Orden de Predicadores radicados en el convento de San Juan de Letrán de La Habana, la facultad de conferir grados en las enseñanzas que se profesaren en su citado convento, al igual que como estaba autorizado a los del convento de Santo Domingo de la ciudad del mismo nombre en la Isla Española, y con los mismos privilegios, honores y gracias de que éste gozaba.
Este Breve Apostólico por el que se creaba la Universidad de la Habana, y que es el que le confiere a ésta su origen pontificio, fue presentado por el Prior y religiosos del referido convento de San Juan de Letrán en el Consejo Real de las Indias, en Madrid, con el ruego de que se le diera a dicho Breve el Pase Real a través de dicho Consejo, lo que se le otorgó el 27 de abril de 1722. Dificultades que originó el Obispo de Cuba, fray Gerónimo Valdés, quien pretendía que el expresado Breve se entendiese concedido para las casas e iglesia que a sus expensas había fabricado en el pasaje de San Isidro y que donó a los dominicos para establecer allí un Colegio y la Universidad, dieron lugar a que quedase en suspenso durante algo más de seis años la ejecución de la disposición pontificia, hasta que cansados los dominicos, el gobernador y capitán general, y la ciudad, de las dilaciones del Obispo, y de las dificultades que creaba por simple tozudez y capricho, sin guardarle más consideraciones a su autoridad episcopal se fundó la Universidad en el convento de San Juan de Letrán de La Habana, para cuyo lugar estaba concedido el Breve, inaugurándose ésta solemnemente el 5 de enero de 1728, según Auto de Fundación cuyo original se conserva entre las Actas Capitulares del Ayuntamiento de La Habana Originales. Una vez establecida la Universidad, el Rey Felipe V de Borbón la aprobó y confirmó por Real Cédula de 23 de septiembre de 1728, y en 26 de julio de 1734 sancionó sus Constituciones y Estatutos, tomándose al máximo doctor de la Iglesia, San Gerónimo, como patrón de ella y para darle nombre. Por su creación de origen pontificio y la aprobación y confirmación real es que la primitiva Universidad llamóse Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de la Habana. El lugar que ocupó la Universidad en esos tiempos pretéritos fue el mismo donde estaba situado el primitivo convento de San Juan de Letrán desde que se empezó a construir en 1587, el que correspondía en esta capital a la manzana que hoy delimitan las calles de O’Reilly, Obispo, Mercaderes y San Ignacio. El convenio y Universidad se hallaban hacia la esquina de San Ignacio y O’Reilly, estando la entrada por esta última calle. En ese lugar radicó la Universidad de la Habana desde su fundación, en 5 de enero de 1728, hasta la primera semana de mayo de 1902, en que se trasladó al lugar que ocupa actualmente.
Según sus Constituciones o Estatutos primitivos, la Universidad estaba sujeta como todos los establecimientos de esa clase a un Real Patronato, y se gobernaba por un Rector, un Vice-Rector, cuatro Consiliarios y un Secretario que desde 1761 fue declarado perpetuo. Además se nombraba anualmente del Claustro un Maestro de Ceremonias, un Tesorero o Síndico, y dos Comisarios. En 1740 se acordó que anualmente se nombrase un Fiscal que interviniese en los expedientes de matrículas, grados y demás actos: y comenzando en 1832 le nombraron anualmente tres Sinodales de Latín. La elección del Rector tenía que recaer precisamente en un religioso de la Orden, perteneciente al convento de San Juan de Letrán, y se verificaba el día 7 de septiembre de cada año.
En la Real y Pontificia Universidad se cursaban estudios de Teología, Cánones, (Derecho Canónico), Leyes (Derecho Civil), Medicina, Artes (Filosofía). En todos estos estudios o Facultades se expedía el grado menor de Bachiller y los llamados grados mayores de Licenciado y Doctor, salvo en los estudios de Artes o Filosofía, donde el título de Doctor quedaba sustituido por el de Maestro, considerado también como grado mayor. Además de estos estudios de Facultad, existían las enseñanzas de la Matemática, de la Retórica, y de la Gramática, con sus cátedras correspondientes, existiendo para la enseñanza de la última, dos catedráticos.
Las cátedras se proveían por oposición, y el que la obtenía estaba obligado a servirla un sexenio, terminado el cual se declaraba vacante la cátedra y se formaba nuevo expediente de provisión con sujeción al reglamento. Si el catedrático que cesaba no era doctor, tenía derecho a que se le confiriese el grado sin previo examen y libre del pago de derechos; además durante el sexenio gozaba de un corto sueldo, teniendo como gajes también las propinas de los grados.
Los primeros graduados que aparecen en el Libro Primero de Doctores y Maestros de esta Ylte. Vniversidad de Sn. Gerónimo de la Havana desde su Fundación Año de 1728 hasta al de 1823 fueron los propios religiosos dominicos, quienes como fray Juan de Salcedo y fray Francisco de Sotolongo eran doctores en Sagrada Teología y Maestros en Artes de la Universidad de Santo Domingo de la ciudad del mismo nombre en la Isla Española, la Universidad Primada del Nuevo Mundo, los cuales incorporaron sus grados en la recién fundada Universidad de la Habana. El primer incorporado lo fue fray Thomas de Linares “cuya incorporación más formalmente se hizo al día siguiente del de la erección y fue celebrada el día “Seys de Enero de mil sietecientos y Veynte y ocho”. Este primer incorporado fue también el primer Rector que tuvo la Universidad de la Habana.
El examen de los asientos de este Libro Primero de Doctores Maestros permite conocer que desde la fundación de la Universidad hasta el principio del año 1753, período que comprende sus veinte y cinco primeros años, se graduaron exactamente 157 alumnos en total, sumando todos los licenciados, doctores y maestros, en Artes, en Leyes, en Cánones, en Medicina y en Sagrada Teología. En los treinta años que siguieron, desde 1753 hasta 1783 se graduaron 176 alumnos, y desde esta última fecha hasta 1823, en que terminan los asientos del libro, se cuentan 255. Una relación complementaria obtenida de las antiguas Memorias-Anuarios, permite conocer que de 1824 a 1842 se graduaron 270 alumnos. En esta última relación los cinco doctores que aparecen en 1830, los ocho en 1839 y los cuatro en 1840 todos lo fueron en la misma materia, a saber en la carrera de Leyes. Y en la relación que se obtiene de 1728 a 1823 se encuentra que en los años 1809 y 1814 sólo hubo un graduado; en el primero la fue don Nicolás Vicente del Valle, graduado de licenciado y doctor en Medicina, y en el segundo el licenciado don Nicolás Manuel de Escobedo, que obtuvo el grado de Maestro en Artes, es decir, en Filosofía. Si se suman todos los graduados en la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo desde su fundación hasta el año de 1842, que marca un cambio fundamental en su historia, se verá que en esos ciento quince primeros años el conjunto de graduados en grado mayor en sus diversas Facultades ascendió a 858, distribuidos de la siguiente manera: 185 en Artes o Filosofía, 196 en Sagrada Teología, 121 en Sagrados Cánones, 265 en Leyes, y 91 en Medicina.