Por: Francisco González del Valle
En: La Habana en 1841
Las fiestas de iglesias y las procesiones religiosas eran diversiones públicas que duraban dos y tres días, con fuegos artificiales, bailes, juegos y engalanamiento y alumbrado de las casas y calles del barrio; terminaban con la procesión en que era llevado el santo o santa que motivaba la fiesta, como correspondía al culto externo y sensualista de Roma que trajeran de España los colonizadores. Y aunque hubo aquí un obispo Espada, que llega a prohibir las fiestas de la Virgen de Regla, por haber degenerado en escándalo público, ningún otro prelado se ocupa en moderar o someter a determinadas reglas esta clase de fiestas.
En D. H., 14 de abril, foll., se describe la procesión del Resucitado, llamada posteriormente “del Encuentro”, celebrada en La Habana, que partía a las nueve de la mañana de la parroquia del Espíritu Santo. Su carrera era por la calle de San Ignacio hasta la plaza de Cristina y regreso por la de Cuba. Es la fiesta solemne y más concurrida de las que se hacen en dicha iglesia. Termina el folletinista diciendo:
Al lujo del numeroso séquito se agrega la gala de las calles y el adorno más atractivo de la animadísima calle de San Ignacio, que lo forman nuestras elegantes jóvenes en las ventanas y balcones, sin temerle al sol.
He aquí otras notas periodísticas sobre el mismo tema:
El jueves 10 de junio se celebra la procesión del Santísimo Corpus Christi, saliendo de la iglesia Catedral por la calle de San Ignacio a la del Obispo, y tomando a la izquierda pasará por el costado y frente de la casa de Gobierno, costado de la Intendencia y Pescadería, hasta regresar a la misma iglesia.—D. H., 6 jun., p. 3.
El domingo 27 de junio se celebró en la iglesia de Guadalupe la procesión de Corpus por la Archicofradía del Santísimo. La iglesia aparecía adornada con sus mejores galas. A las cinco de la tarde salió la procesión con la cruz y los ciriales de la iglesia a la cabeza seguidos de gran concurso de religiosos de varias comunidades y numerosos eclesiásticos y un gran público formando dos alas, amén del populacho que lo acompañaba. Ocho sacerdotes con hermosos ornamentos acompañaban el suntuoso trono, que era de plata y de gótica construcción, cuyo valor intrínseco no bajará de 3,000 pesos, adquirido por los hermanos. Detrás iba el palio, cuyas varas sostenían seis jóvenes ordenantes, y bajo él, el cura párroco Manuel de Lara y Cadalso, con su riquísima capa pluvial, acompañado de sus ministros. Tres bandas militares de música colocadas en los extremos y centro de la procesión la amenizaban, sin contar la orquesta de la iglesia que en unión del clero entonaba cánticos de alabanzas. En el recorrido, que fué largo, había de trecho en trecho cuatro altares ricamente adornados en los que se rendía pública adoración al Señor.—D. H., 8 jul., p. 2.
Fiestas en Jesús María y José. — Día 11: La noche de este día todo era animación y movimiento en aquel barrio. Las calles próximas a la iglesia estaban muy concurridas y los fuegos artificiales que se quemaron entretuvieron agradablemente al concurso. El motivo de la fiesta es la celebridad de la Divina Pastora el 12. Día 12: La función religiosa se verificó este domingo con la mejor solemnidad.
La procesión entraba en la calle Real mucho después de dadas las oraciones de la noche. El acompañamiento era numeroso. Por la noche se iluminaron las calles, muchos fuegos artificiales y bailes. En la calle de Bocarro descollaban 3 elegantes arcos de vasos de colores y transparentes con pinturas alegóricas. Se prohibió el tránsito de volantas por la plaza, donde aún así el pueblo no podía moverse. En cuanto a adornos, era un remedo de nuestras antiguas ferias y puede asegurarse que ha sido el más brillante que hemos visto en los últimos años; pero no ocupaban las calles —como en otros tiempos— los jugadores de infiernito, roleta, ni se daba el funesto ejemplo de los bancos de mente.—F. Y., 14 dic, p. 2.
