Por el promotor de lectura Adrián Guerra Pensado
Dora Alonso nunca ha abandonado el Valle de la Pájara Pinta
Con
un canto al amor, a lo cubano y a la vida; nos regaló la autora esta historia donde una niña llamada Isabela, alegre, divertida, valiente y curiosa se interna y nosotros con ella en la belleza de los mogotes del Valle de Viñales, el Valle del Ancón, el Caserío de la Guasa, el mogote de Jagua Vieja, la Laguna de Piedras, los Baños de San Vicente, el Valle de las Brumas, el del Ruiseñor, el de Dos Hermanas, el del Silencio, el mogote de Jagua Vieja, la Sierra de Cajálbana; sitios que tal vez la mayoría de los niños y niñas que abran las páginas de El Valle de la Pájara Pinta, no hayan conocido aún y que ahora con Isabela, la nieta linda y despierta de Felo Puntilla (el talabartero), y sus aventuras con Quico, les van a dar tremendas deseos de saber si esos lugares existen en verdad. Sabrán de Juan Palomo, de Pepe Pichón, del mago Cacafú, de Pedro Aguacero, de Cirilina (la abuela de los pájaros), personajes de la campiña pinareña que si se respetan y ayudan pueden considerarse hermanos. También están los construidos con la fantasía del alma infantil: Garralén el delantal, la reina Mandonia y la Pájara Pinta que era de madera y de sus huevos salían montones de objetos, menos pajaritos.
LIBRURAS te asegura que las ilustraciones de Luis Bestard Cruz son deliciosas y si eres lectora, vas a querer ser Isabela y si eres lector vas a querer que sea tu amiga. Lo de Pegaso, el caballo con alas que Felo Puntilla tiene pintado en la pared exterior de la talabartería, ya eso es otra historia.
Señora
del cuento y la noveleta para niños, Doralina de la Caridad Alonso Pérez-Corcho, (Matanzas, 22 de diciembre de 1910 – La Habana, 21 de marzo de 2001). se desdobla en niña y regala la ingenuidad de su manera de ver las cosas.
“Estoy dedicada de lleno a lo infantil, siempre con una sola razón: que todo aquello que se afirma en sus propias raíces es lo que perdura más. Todo lo mío se afirma en lo nuestro. Y hay mucho, mucho que hacer todavía”.
Es la única escritora cubana nominada para el importante lauro Hans Christian Andersen, designado con frecuencia como el pequeño premio Nóbel de literatura infantil, del cual obtuvo mención especial.
Ella quiso que sus cenizas fueran esparcidas en el Valle de Viñales y a LIBRURAS se le ocurre imaginar que el viento las regó por todo Pinar del Río y por eso allí viven muchos brillantes escritores. La larga obra de Dora Alonso está en los fondos de la Biblioteca Pública Provincial Rubén Martínez Villena esperando por los niños y jóvenes habaneros.
 Foto de la tarja que marca el lugar en que fueron echadas las cenizas de Dora |
 Esta es una vista linda del Valle de la Pájara Pinta (Viñales). |
Testamento
Que me vele el paisaje de Viñales,
su vega más lozana,
la entrañable presencia de su valle.
Que me reciban los mogotes
y la cordillera me guarde.
La maravilla de sus cumbres
será el más fiel acompañante.
En donde quiera que mi nombre
en esa tierra se señale,
deben sembrar un nuevo pino
para sumarme a sus pinares.
En el silencio de las grutas
tendré mi paz y mi descanso;
solo el rumor de la cascada
me llegará del río cercano.
Y si me acogen os caminos
habrá una fiesta de amistades;
el ruiseñor y los ceibones
podrán venir a saludarme.
Libe la abeja en mi recuerdo
como en humilde flor silvestre,
y en la memoria de los niños
sea yo una sombra sonriente.
Que me vele el paisaje de Viñales,
su vega más lozana,
la entrañable presencia de su valle.
