Por el promotor de lectura Adrián Guerra Pensado
Los bibliotecarias y bibliotecarios cubanos y de muchas otras partes del mundo el viernes 24 de mayo recibieron con sincero dolor la noticia de la pérdida del bibliotecario, bibliógrafo, investigador, escritor, profesor y antropólogo Tomás Fernández Robaina (Tomasito, como cariñosamente aprendimos a llamarlo sus amigos, alumnos y colegas), un “cimarrón” entregado por completo a la cultura cubana y a enaltecer con sus conocimientos el papel de la Biblioteca Nacional José Martí donde laboró desde 1962.
La Biblioteca Pública Provincial Rubén Martínez Villena lo consideró siempre entre las personalidades que honraban con su presencia y sus obras a nuestra institución. No hubo cumpleaños en que no recibiera muestras de reconocimiento y aprecio de manos de Regla Perea, nuestra directora. Los que aprendimos a quererlo y valorarlo no hallaremos consuelo y volveremos sin dudas a encontrarlo en las importantes obras que nos legó a admiradores y seguidores; así como en los felices momentos que compartimos con su sentido del humor que siempre adornaba su prosa y sus clases.
Es imposible evitar que acuda, en esta triste hora, a nuestro recuerdo la letra del cantautor argentino Alberto Cortés “cuando un amigo se va queda un espacio vacío, que no lo puede llenar la llegada de otro amigo”…