Mensaje de la escritora cubana Malena Salazar en el Día Internacional del Libro Infantil en el Jardín Ecológico (calle Mercaderes, Habana Vieja) durante la Fiesta Infantil del Libro 2024 en las Aulas Museos, dedicada al 219 natalicio del escritor danés Hans Christian Andersen.
Archivo desclasificado # __________
Entregado a las 6:00 A.M. del 2 de abril de 2024
Carta a Hans Christian Andersen
Querido Hans
Quizás encuentres esta carta bajo las tablas de la habitación, dentro de un zapato, escondida en un armario, una cama, junto a la vela a medio derretir, quizás la encuentres cualquier día, en cualquier momento. Quizás no. Pero para dejar en claro que existió, he dado instrucciones para que una réplica de la misma sea leída 219 años después de tu nacimiento, y no diré en qué fecha tu cuerpo físico abandonará este mundo, porque revelar algunos datos de forma descuidada puede traer graves consecuencias.
Te preguntarás cómo te conozco y por qué escribo desde el futuro. Eso no debería ser posible, ¿cierto? Así que te pido discreción.
Te conocí cuando mi abuelo me regaló un libro con ilustraciones muy elaboradas que te proclamaba como autor. Era un libro de cuentos infantiles. En sus páginas encontré los más disímiles personajes: una princesa acostada sobre un montón de colchones y, aun así, era capaz de sentir un guisante en el fondo; un soldadito de plomo que suspiraba por una hermosa bailarina; una niña tan pobre que vendía cerillas en medio del invierno; un patico feo que se sentía desgraciado por no ser igual a los demás, un deshollinador y una pastora de porcelana que se juraban amor eterno.
Sin embargo, cada una de las historias no eran más que diminutas ventanas abiertas a tus sueños. Me mostraron la forma en que evadiste tu realidad, las penalidades de la extrema pobreza, cómo enfrentaste ser el hijo del zapatero y la lavandera a través de imaginar, que los objetos que te rodeaban y veías, te contaban sus aventuras y desventuras.
Con estos materiales, construiste un refugio de letras hilvanadas con maravillas que no solo te sirvió a ti, porque pronto, como les ha sucedido a millones de niños que te leyeron, me sumergí en esos mundos que se convirtieron en fragmentos de mí y, a veces, es lo que guía mi mano mientras mis historias nacen.
Así que decidí observarte un poco más de cerca y me asomé en cada pasado donde habitaste y dejaste una huella. Unas más cortas, otras, más largas. Y elegí el pasado que mostraba tu huida de casa con catorce años y unos centavos en el bolsillo. Contuve el aliento las veces que intentaste ser cantante de ópera y recibiste desprecio. Atisbé por la ventana cuando volviste a asistir a la escuela, aunque fueras muy mayor y el director no te quisiera allí. Pero perseveraste, obtuviste tus buenas notas y la admiración de quienes te conocían. Caminé contigo por el mundo atenta a los manuscritos que nacían uno detrás de otro plasmando tus observaciones, porque decías que viajar es vivir. Conté las cartas de amores declarados y no correspondidos que guardabas junto a tu pecho. Y te vi caer en pozos insondables de soledad.
Así que te digo, te suplico: no te rindas. Aunque todo parezca oscuro, o un muro infranqueable se alce ante ti y por un segundo pienses que es el final, levántate, Hans. Levántate a través de tu obra. Viértete en tus letras. Todo cuanto eres, transfórmalo y vive. El legado que dejarás será invaluable. Así como tu imaginación te salvó, salvará y será, también, el aliento de las próximas generaciones que abran alguno de tus libros.
Porque el más pequeño rayo de esperanza se puede encontrar, incluso, en el plumaje gris de un patito feo.
Gracias por escribir, Hans.
Un abrazo;
Una viajera entre sueños.