I
Este enero se cumplen 105 años de la aparición de la revista Social (1916-1933; 1935-1938), hecho editorial emblemático del periodismo cubano del pasado siglo, gestado por el caricaturista, editor y periodista Conrado W. Massaguer. Este primer número con excelentes bicolores del grabador Pedro Gutiérrez, «fue un home-rum», escribiría años después Massaguer en su Autobiografía, remedando el lenguaje beisbolero del cronista deportivo del diario El Mundo, Víctor Muñoz,[1] quien fuera el primero en darle empleo al entonces joven caricaturista.
En el editorial de presentación de Social, ya están implícitas algunas de las características que distinguirían a la revista, como su preferencia por el público femenino, en razón de una tradición de lectura presente en las mujeres de clase media y alta desde tiempos atrás, y los reclamos sociales del momento de sus sectores más activados al cambio, como la Ley del divorcio y el voto.
Justo el año en que el profesor vienés Sigmund Freud llama a la mujer «el continente oscuro», Massaguer, tan dado al halago como al flirt, las hace las primeras abanderadas de su naciente empresa editorial. De ahí que en el segundo número de Social sean mujeres las llamadas a darle la bienvenida al mensuario, algunas de ellas pertenecientes a la estirpe de las buenas escritoras, como Blanche Zacharie de Baralt, autora del libro testimonio El Martí que yo conocí.
Escribe la Baralt: «Creo que La Habana es proporcionalmente a su población, una de las ciudades que cuenta con el mayor número de periódicos; de modo que al surgir uno nuevo pudiérase poner en duda su utilidad. Pero, a pesar de esa plétora, el primer número de Social despertó aquí verdadero entusiasmo. Y se comprende. Bastaba hojearlo para darse cuenta de que llenaba un vacío, que correspondía a una necesidad de este medio ambiente. La belleza de la publicación, su factura, su originalidad, su elegancia, su buen humor, junto con su información fidedigna y sus artísticas ilustraciones, todo concurría a asegurar un completo e indiscutible éxito. La sociedad habanera ha encontrado su órgano oficial y el Sr. Massaguer está de pláceme por haber concebido y realizado tan feliz idea».
Por último, merece comentarse el atraso correspondiente al número de marzo de 1921, debido al traslado de los talleres del Instituto de Artes Gráficas, el que Massaguer «expía» en su sección de «De mí para ti», presentando una foto en la que aparece frente a un pelotón de fusilamiento constituido por bellas lectoras de Social. En la música, el son y el danzón empiezan a desplazar al fox trop; Moisés Simons compone El manisero y Sánchez de Fuentes Corazón.
II
A Massaguer también le debemos la publicación de otras dos revistas emblemáticas: Gráfico (1913-1918) y Carteles (1919-1960). Sin embargo, es Social, por sus contenidos artísticos, históricos y literarios, su despliegue fotográfico e ilustrativo, así como su excelente diseño editorial y de portada, la que le daría un merecido reconocimiento a nuestro hombre, al ubicarse entre las primeras revistas en lengua española del ámbito mediático hispanoamericano de su tiempo.
En el plano tecnológico, Social fue la primera revista cromolitografiada en su totalidad a nivel mundial. En cuanto a su diseño gráfico, supo balancear los contenidos escriturales y los propiamente visuales (fotos, reproducciones de obras de arte, ilustraciones, caricaturas, anuncios, etcétera) con una dinámica compositiva y tipográfica ejemplar. Otro tanto es de observar en sus diseños de portada, ejemplos de originalidad y buen gusto, sin desatender las influencias de la vanguardia gráfica y plástica internacional. Entre sus principales diseñadores gráficos, destacan José Manuel Acosta, Pedro A. Valer, H. A. Surí y, por supuesto, Massaguer. También Massaguer tuvo espacios fijos como caricaturista de personajes ilustres de la cultura, el deporte y la política nacional e internacional; mientras en la ilustración sobresalen sus notables y bellas Massa-Girls: verdaderos retratos psicosociales de jóvenes féminas representativas de la sociedad republicana y mundial.
Con Social colaboraron seis premios Nobel de literatura y uno de Medicina, así como las plumas más ilustres de la literatura hispanoamericana y española de su tiempo, sin que faltaran de otras culturas distantes de la nuestra, como el gran poeta hindú Rabindranath Tagore.[2] El número e importancia de los colaboradores no impidió que en sus páginas, en igualdad de jerarquía gráfica –entiéndase ocupar páginas al lado de escritores ya reconocidos como Miguel de Unamuno o Valle Inclán−, se dieron a conocer un número de poetas y escritores noveles cubanos. A saber: José Zacarías Tallet, Miguel de Carrión, Rubén Martínez Villena, Jorge Mañach, Alejo Carpentier y Juan Marinello, entre muchos otros. De este notable grupo de jóvenes escritores y artistas nucleados en torno a Social, los más veteranos eran Massaguer y su director literario, Emilio Roig de Leuchsenring, ambos no rebasaban los treinta años de edad. Corresponsales de Social en Madrid, fueron el mexicano Alfonso Reyes y el cubano Alfonso Hernández Catá; en Lima, José Carlos Mariátegui y en París, Alejo Carpentier, para no hacer extensa la lista.
No fue casual que Social se convirtiera en órgano del primer movimiento de la vanguardia literaria cubana del pasado siglo, el Minorismo, fundado en 1923. Y que entre tales jóvenes escritores relacionados con el mensuario de Massaguer, se desgajara el grupo fundador de la Revista de Avance cuatro años más tarde. Por supuesto, los eternos prejuicios que siempre han obrado en la escritura y reescritura de la Historia, sea cual fuere esta, también estuvieron presentes a la hora de señalar a la Revista de Avance y no a Social, como el primer órgano de la vanguardia artística y literaria del país. Social no solo fue una de nuestras revistas emblemáticas del pasado siglo, sino también de todo el ámbito editorial iberoamericano. Reconocerlo, prestigia el periodismo cubano. “Honrar, honra”.
Tomado de: cubaperiodistas.cu