Por Juliana Uribe y Dianet Armenteros
El costumbrismo es una corriente artística que se caracteriza por mostrar las costumbres, folclore y usos de países o regiones concretas. Con un tono satírico, festivo, zumbón y burlesco critica los vicios sociales de la época, y se manifiesta como una literatura comprometida con el proceso social.
Con este artículo de Roig nuestras abuelas recordarán dulcemente “Cómo se atrapa a un novio”.
Sobre los varios modos de atrapar un novio, la variedad de estos que existen y la transformación de buen partido en novio oficial.
Hay que atraer a la víctima con arte y habilidad, halagarlo, conquistarlo. Los cronistas darán oportunamente el chismecito, preparado por la mamá, para ver el efecto que produce en el joven.
Hace algunos años, celebró un importante diario de esta ciudad, una original encuesta entre las damas habaneras, con el objeto de averiguar por qué se casaban las mujeres. Conservo cuidadosamente todas las respuestas que se publicaron, porque ellas constituyen el más valioso documento que puede ofrecerse sobre la psicología del matrimonio. Entre más de quinientas, solamente tres o cuatro contestaron que las mujeres se casaban por amor. Todas las restantes, que formaban una mayoría abrumadora, sostenían que las hijas de Eva iban al altar: por amor a la institución misma, o por pasar de hijas de familia a señoras de su casa, o porque ese era su fin y su destino, o por buscar quien las mantuviese cuando les faltasen sus padres, o por tener un editor responsable, o por el embullo de los regalos y la casa nueva y el traje de bodas…
Como se ve, el amor quedó relegado a una excepción de la regla, a pesar de lo que digan, hipócritamente, las mamás y las niñas casaderas. No andaba, pues, tan equivocado ese viejo rascarrabias y filósofo cruel tan odiado por las mujeres, que se llama Schopenhauer.
Los hechos, además, nos lo confirman hasta la evidencia.
Hoy en día, apenas la niña cumple catorce años, se empiezan a hacer todos los preparativos para presentarla en sociedad oficialmente, pues, extra-oficialmente, desde los doce, asiste a toda clase de fiestas, da reuniones en su casa, tiene novios y ha sido por lo menos dama de honor de alguno de los doscientos mil certámenes de belleza, simpatía, gracia, etc., etc., que se celebran en nuestra capital todos los meses. (Hace medio siglo, las niñas no se dejaban ver, ni aún en las fiestas de su casa, hasta después de haber cumplido los veinte años.)
Desde esos catorce críticos, la mamá no piensa en otra cosa que en ir buscándole un buen partido a su hija, pues los noviecitos que hasta ahora le ha consentido, haciendo la vista gorda, eran tan sólo un entretenimiento propio de la edad. ¡Cosas de niños! (Sic)
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Tomado de: Revista Opus Habana, Semanario digital, 06 Enero 2009.