Por el promotor de lectura Adrián Guerra Pensado
La anécdota: La tortilla que unió a dos genios
París, 1848.
Julio Verne tenía entonces un único traje que compartía con un amigo cuando asistían a tertulias literarias. El dinero que enviaba su padre era para pan y leche y pagar el cuarto compartido en el Barrio Latino y comprar libros.
Una noche bajaba las escaleras de la conocida Casa de Tertulias Madame Berreré y tropieza, sin disculparse, con un caballero orondo que subía resoplando apresurado.
Verne: “Seguro que Ud. ha cenado muy bien”
“Perfectamente joven, nada menos que una tortilla de tocino a la nantesina y…
Interrumpe Verne: “Las tortillas a la nantesina no valen nada, hay que echarles azafrán, ¿entiende?
“¿Así que sabe Ud. hacer tortillas, joven? ”
Verne: ¿Que si sé, señor?, sobre todo me las sé comer”
“¡Es Ud. un insolente! Y le exijo una satisfacción. Aquí tiene mi tarjeta. Vendrá el viernes a mi casa a cocinar Ud. mismo una tortilla”
Al día siguiente Verne le cuenta el incidente a un amigo y entonces es que lee la tarjeta y grita asombrado “¡Alejandro Dumas! “
Verne acudió, cocinó y Dumas fue su amigo, protector y consejero hasta morir en 1870.