Moscú, 5 de septiembre de 1930.
Aún estoy sin sellos. Ayer pasé un rato de terrible desesperación: me trajeron la noticia de que ahorcaron a Wong en la cárcel de La Habana. ¡Qué horror: vuelve el procedimiento tenebroso del suicidio! Y tantos más que corren peligros semejantes. Tiemblo al pensar en nuestro querido Chico.38 Estoy sufriendo la angustia de estar tan lejos, tan lejos, y recibir ya muy atrasadas noticias, cada vez peores. ¿Qué hacer? Hay que alzar las masas… y no podemos aún. ¡Qué impotencia maldita! Nuestro movimiento corre el peligro de ser aplastado por el terror. Pero los factores económicos pesan más, y al fin creo estallarán movimientos aislados y espontáneos, que pueden ser el inicio de un alzamiento general en los campos. Mi Chelusca: hoy el médico ha vuelto a verme, y al fin se ha decidido mi traslado a Crimea. El médico me dice que me conviene el neumotorax, pero yo le temo mucho a las complicaciones pleurales. Yo estoy desconfiando mucho de mi curación aquí, aun en el sanatorio, especialmente por el problema de la alimentación: la mayoría de los platos rusos no me gustan nada.
Hoy me he puesto a pensar serenamente sobre la posibilidad de una vuelta a Cuba para meterme inmediatamente en la quinta. Acaso sería lo mejor. ¿Cuándo sabré de ti? Mañana pienso levantarme a ver si puedo tratar el asunto de Félix y el asunto de nuestra situación en Cuba.
RUBÉN