Sr. Presidente de la República
Honorable Señor:
Ante la indiferencia del Poder Judicial y ante el silencio de parte de la prensa del país, está sucediendo algo en Cuba de tal trascendencia, que nos obliga a todos los que abajo firmamos a dirigirnos personalmente a usted.
En la cárcel de La Habana se halla detenido, como acusado de un delito imaginario, un joven que hasta ayer fue menor de edad y estudiante de nuestro primer centro de enseñanza. Ese joven, Julio Antonio Mella, por su actuación cívica y por sus campañas culturales, es considerado por nosotros como un intelectual joven y honrado.
Mediante un auto fundado en meras sospechas policíacas y lleno de defectos que demuestran claramente la premura de la redacción y la falsedad de sus fundamentos, ha sido encarcelado con exclusión de fianza, en el fondo con el propósito de sustraerlo a la agitación universitaria de estos días.
Julio Antonio Mella, rechazados los recursos legales interpuestos, sin que ninguna voz se levante para defenderlo de la injusticia cometida en su persona, abandonado, por mezquinos motivos, de todos aquellos a los cuales ha dedicado sus esfuerzos, ha resuelto, como única protesta posible y extrema, morir de hambre entre los hierros de la cárcel.
Nosotros, como intelectuales, conocedores de la ideología de Julio Antonio Mella, protestamos de la acusación de que él sea capaz de colocar bombas o ejecutar hechos que pongan en peligro la vida de inocentes, mujeres y niños; sabemos que el deseo de elevarse como celosos cumplidores del deber ante los ojos del gobierno, conduce a los subalternos a exageraciones y errores desgraciados; y por este medio hacemos llegar a usted, señor Presidente, este juicio nuestro, esta protesta nuestra, fundados, además, en motivos de humanidad que no pueden ni deben serle ajenos.
Antes que la decisión desesperada del inocente llegue a un término funesto o sin remedio posible, levantamos a usted nuestra voz para decirle la verdad y el significado de estos hechos, para demandar de usted una acción que enmiende el yerro y restablezca la justicia, y para que en el caso terrible de que muera el estudiante desamparado que, para salvar la dignidad de Cuba, está dispuesto a inmolarse, quede siquiera el pobre y extraoficial testimonio de nuestra protesta.
Quedamos de usted muy respetuosamente, Enrique José Varona, Eusebio Hernández, Manuel Márquez Sterling, Enrique Roig, Germán Wolter del Río, Fernando Ortiz, Luis Rosado Vega, Juan Antiga, Emilio Roig, Otto Bluhme, Alberto Lámar Schxoeyer, Juan Marinello, José Tallet, J. Blanco Molina, Porfirio Barba Jacob,6 Enrique Serpa, Eduardo Aviles Ramírez, José A. Fernández de Castro, Adolfo Nieto, Rubén Martínez Villena, J. de la Carrera, Federico de Ibarzábál, Pedro M. de la Concepción, Hortensia Lámar, Guillermo Martínez Márquez, Armando Leiva, Abelenda, Miguel Ángel de la Torre, Orosmán Viamontes, José Manuel Acosta, Gustavo Aldereguía, Francisco Domenech, Federico Miranda.
El Día, 13 de diciembre de 1925