Un extraño ajusticiamiento en La Habana de 1736

Actas del escribano real Nicolás de Flores Rubio conteniendo autos y confesión del juicio seguido contra Miguel, esclavo de D. Juan de Barrera. Protocolo de antigüedades…

Auto.- Estando en el ingenio nombrado S. Hipólito en 31 de octubre de 1736 años, el Sr. Capitán D. Antonio Barreto, alcalde mayor provincial de la ciudad de la Habana y su jurisdicción por S. M. Habiendo visto estos autos y que de ellos resulta culpado el negro Miguel, natural de la Martinica, dijo su merced se ponga en prisión in continenti, y se pase á tomarle su confesión, y por éste que su merced firmó, así lo proveyó y mandó.- Barreto.- Ante mí:- Nicolás de Flores Rubio, escribano real.

Confesión.- Luego in continente su merced el Sr. Alcalde mayor provincial pasó al calabozo de este injenio donde se halla preso el negro contenido en el auto de arriba, el cual hizo su merced comparecer ante sí para su efecto de tomarle su confesión y habiéndole recibido juramento que hizo por Dios y la cruz, según derecho, ofreció decir verdad á las preguntas y repreguntas que se le hiciesen.

1.a Preguntado como se llama, de que casta es, de quien es esclavo, y que edad tiene, dijo: que se llama Miguel, que es natural de la Martinica, que es esclavo de D. Juan de la Barrera, y que será de edad treinta años, y responde.-

2.a Preguntado quien lo prendió, cuanto tiempo ha, y por qué causa, dijo: que lo prendió su merced ahora poco ha; y que la causa de su prisión es por haber quemado la casa de vivienda de su amo, y responde.-

3.a Preguntado que motivo tuvo para haber quemado la casa de su amo, dijo: que porque los compañeros le dijeron que el mayoral que su amo había metido en el ingenio era mal hombre, y porque su amo lo botara lo hizo, y responde.-

4.a Preguntado que si lo acompañaron otros de los negros del ingenio para el incendio de la casa, dijo que sí, que el negro Alejo, Laureano, Ambrosio, y Cristóbal; aunque es verdad que éstos habiendo llegado a la cocina, se quedaron tras de ella, y sólo él fue el incendiario, poniendo un tizón en una vara larga, en donde lo amarró, y que así introdujo el fuego por arriba, y responde.-

5.a Preguntado á donde fue después de haber quemado la casa, dijo: que se incorporó con los compañeros, y que se apartaron del fuego, y después acudieron como los demás negros á la voz de la campana y del mayoral, y responde.

6.a Preguntado si tuvo otro motivo para el incendio, como falta de comida y mantención ó por castigo, dijo: que no, porque se le asiste con el mantenimiento necesario, y que el mayoral desde que entró en este ingenio no le ha castigado, y responde.-

7.a Preguntado si sabe quién quemó el cañaveral, dijo: que lo quemó el que declara, y que no le acompañó otro negro alguno, y que sabe que el negro Laureano echó unas brasas de candela sobre un colgadizo de paja, que está anexo a la casa de molienda, y responde.-

8.a Preguntado si sabe que causa tuvo dicho negro Laureano para querer quemar el colgadizo, dijo: que sabe que lo ejecutó para que echaran fuera unos presos; o bien para que el mayoral se divirtiese con el incendio, o porque se quemase el referido colgadizo, y responde.

9.a Preguntado de dónde sabe ser verdad lo que contiene la antecedente pregunta, dijo: Que antes de poner fuego al cañaveral y al referido colgadizo, que todo fue a un mismo tiempo, trató el que declara, con los cuatro contenidos, lo mismo que lleva declarado, y que, convinieron unánimemente, aunque es verdad que sólo introdujo el fuego el que declara en el cañaveral, y su compañero Laureano en el colgadizo, aunque éste no tuvo efecto por estar el mayoral inmediato, y responde. Fuéronle hechas muchas preguntas, y a todas dijo lo que dicho tiene, y en este estado su merced mandó suspender esta confesión, para proseguirla cuando convenga, no firmó por no saber: su merced lo hizo, de que doy fé.- Barreto.- Ante mí: Nicolás de Flores Rubio, escribano real…

Estando en el ingenio nombrado San Hipólito que estará tres leguas de la Habana, en lo. de noviembre de 1736 el Sr. Capitán D. Antonio Barreto, alcalde mayor provincial de dicha ciudad y su jurisdicción por S. M. habiendo visto estos autos y la culpa que de ellos resulta contra Miguel de nación francés, negro esclavo del Sr. contador D. José de la Barrera, por haber quemado la casa de vivienda y un cañaveral de dicho ingenio y que de las diligencias ejecutadas resulta que fué el daño gravísimo por ser la casa y lo que en ella padeció de considerable valor, hasta en más de 500 o 600 ps. y el cañaveral regulado en 800 panes de azúcar, cuyo incendio perpetró dicho Miguel dolosa y premeditadamente: estando en el estado natural de su juicio, teniendo presente que delito tan grave necesita de un pronto y ejemplar castigo que contenga semejante atrevimientos, visto y considerado lo demás que convino, dijo su merced, que conformándose con el parecer del D. Bernardo de Urrutia que consta a fojas 8, y haciendo justicia, debía condenar y condenó a dicho negro Miguel a la pena natural de muerte, la que se le dé atado a un palo, por medio de armas de fuego por no haber verdugo que de otra suerte lo pueda ejecutar, y que sea en el parage del delito, dándosele hasta que muera naturalmente, y que allí sea llevado acompañándole pregonero que publique su delito: por la culpa que resulta contra los negros Laureano, Sebastián y Alejo, los condenaba y condenó, de que a vista del suplicio de Miguel les den 200 azotes y después sean entregados a su mayoral para que queden en su cautiverio, y por este en fuerza de definitivo así lo proveyó, mandó y firmó.- Antonio Barreto.- Ante mí: Nicolás de Flores Rubio, escribano real…

Nicolás Flores Rubio, escribano de S. M., como mejor puedo doy fé y verdadero testimonio, como hoy día de la techa en cumplimiento de lo mandado por el auto á la foja antes de esta del Sr. Capitán D. Antonio Barreto, Alcalde mayor provincial de la Habana y su jurisdicción, por S. M., he visto sacar al negro Miguel, francés, reo en estos autos, del calabozo en que estaba preso, acompañado de los M. RR. PP. Fray Pedro Mártir, y Fray Manuel de León, religiosos de la venerable orden de nuestro padre san Francisco, que le iban ayudando; atado de las manos, y con unos grillos en los pies, á voz de pregonero, que decía en latas e intelegibles voces: «Esta es la justicia que manda hacer el Rey Nuestro Señor, y en su nombre el Sr. Capitán D. Antonio Barreto, Alcalde mayor provincial de la ciudad de la Habana y su jurisdicción, por S. M., á este hombre por haber faltado al respeto y temor de Dios, de la justicia y de su amo, quemando las casas de la morada de dicho su amo, y uno de los cañaverales más principales de este ingenio, que tal hizo, que tal pague», en cuya conformidad fue llevado hasta donde estaba asignado el patíbulo, y habiendo llegado á él fue atado por el verdugo a un palo, en cuyo intermedio el reo llamó al M. R. P. Fray Pedro Mártir, y llegándose a él, el dicho padre diciéndole que si quería reconciliar; dijo el reo que sí, y con efecto, hizo la demostración de arrimarse a él, y el reo dijo que sólo lo que se le ofrecía, era el que dicho padre dijese a gritos, que decía dicho reo que los tres negros nombrados Laureano.

Sebastián y Alejo que estaban presentes no habían incurrido en cosa alguna, que él los había cargado injustamente, y que todos lo perdonasen por Dios, como así lo refirió dicho religioso, y prosiguió dicho verdugo atándole a un palo, por la garganta y cuerpo, tapándole los ojos; y esto ejecutado, cogió una pistola que estaba cargada con dos balas y en la sien derecha se la descargó; que hizo arrojar un caño de sangre por las heridas y otro por las narices, e inclinó la cabeza para el suelo como que quería fallecer, y habiéndosele reconocido que estaba vivo, se mandó que con otra pistola cargada con dos balas, se le disparase por la misma sien derecha, como así lo ejecutó el verdugo, y habiéndola descargado en el parage citado, enderezó dicho negro la cabeza con mucho aliento, y abrió los ojos por haberle levantado las balas la visera, y con la mayor prontitud que se pudo se cargaron de nuevo las pistolas con otras dos balas cada una, á vista y conocimiento de su merced y de mí el presente escribano, y tapándole el verdugo los ojos, le dio tercer pistoletazo, por la misma sien derecha, y ejecutado, dicho reo con gran valor pidió misericordia por medio de los RR. PP. Y no obstante, su merced mandó se volviese a disparar cuarto tiro, como con efecto se ejecutó así, y después con gran valor llamó a los religiosos, y junto con ellos pidieron misericordia; en cuyo estado su merced el Sr. Alcalde mayor, a vista de tan crecido suceso, y de que cada vez que se le disparaba, parecía revivía, le perdonó, y á los demás reos, y se mandó quitar del patíbulo y llevar para las casas, para que le curasen, y como en efecto así se ejecutó, y fue dicho reo por su pié hasta el calabozo de donde había salido, en donde se le quitaron los grillos, y dijo dicho negro Miguel que había visto patentemente á María Santísima del Rosario en el patíbulo, y habiendo su merced mandado a llamar a D. Tomás Bonora, Maestro Cirujano, para que curase dicho negro, y éste manifestádolo en mi presencia, la de su merced y de otros muchas personas, le sacó de las heridas dos balas, la una un poco abollada, y la otra toda rajada; y viendo dicho cirujano que echaba mucha sangre, porque no se le desmayase, suspendió, diciendo que al día siguiente le acabaría de sacar las que le quedaban, y en ese estado le dejó, y para que conste donde convenga, doy la presente en el ingenio S. Hipólito, que estará dos leguas de Guanabacoa, en 3 de noviembre de 1736 años siendo testigos»…

En la ciudad de la Habana en ocho de noviembre de 1736 años, el Sr. Capitán D. Antonio Barreto, Alcalde mayor provincial de la ciudad de la Habana y su jurisdicción, por S. M., habiendo visto estos autos, y lo acaecido el día 3 del corriente con el negro Miguel de nación francés, reo en estos autos, que consta de esta y las dos fojas antecedentes, dijo su merced que in continenti pase D. Felipe Verdejo, comisionado de este tribunal en compañía del escribano, al ingenio del Sr. Contador D. Juan de la Barrera, en donde se halla dicho negro, y le registren todo su cuerpo y bohío, a fin de ver si le pueden encontrar algunos trastos de que se malicie tener dicho negro algún pacto maligno o hechicerías, y fecho lo pondrán por diligencia, haciendo las más eficaces que se puedan para averiguar lo referido, y por éste así lo proveyó, mandó y firmó.- Barrete- Ante mi- Nicolás de Flores Rubio, escribano real…

En el libro de entierros de negros á fojas 177 vuelta, partida 3.a está la siguiente:

En la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de esta Villa de Guanabacoa, en 14 de noviembre de 1736 años: Miguel, criollo de la Martinica, esclavo del Contador D. Juan de la Barrera, falleció, habiendo recibido los santos Sacramentos, y se le dio sepultura en el cementerio de dicha Santa Iglesia, y para que conté lo firmé.- José Hilario Díaz.

 

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