La Protesta de los Trece es un hecho histórico que ocurrió el 18 de marzo de 1923 en Cuba, protagonizado por trece jóvenes intelectuales encabezados por Rubén Martínez Villena.
La protesta se enmarca en una época de corrupción dominante, donde el presidente cubano Alfredo Zayas y Alfonso compró, con fondos del estado, el viejo Convento de Santa Clara de Asís a un precio escandaloso, en una época en que la economía cubana estaba en muy mal momento. La trascendencia del hecho se debe a que fue la primera expresión política de los intelectuales cubanos, como grupo definido, a través de la cual quedó pactado su compromiso con el destino de la Patria en la próxima década
LA PROTESTA
Durante un acto de homenaje a la escritora uruguaya Paulina Luisi, en la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, Martínez Villena interrumpió al secretario de Justicia, Erasmo Regüeiferos, cuando iba a pronunciar un discurso.
Le negó la autoridad moral para hablar, y seguidamente salió del salón junto con sus compañeros.
Los jóvenes intelectuales que suscribieron la protesta, expresaron su disculpa a las organizadoras del Club Femenino, así como a la homenajeada, y aclararon que se trató de un acto cívico de repudio al funcionario gubernamental en su primera aparición después de «haber refrendado el decreto inmoral y torpe relativo a la adquisición del Convento de Santa Clara».
El documento fue firmado por Rubén Martínez Villena, José Antonio Fernández de Castro, Calixto Masó, Félix Lizaso, Alberto Lamar Schweyer, Francisco Ichaso, Luis Gómez Wangüemert, Juan Marinello, José Z. Tallet, José Manuel Acosta, Primitivo Cordero Leyva, Jorge Mañach y José Ramón García Pedrosa.
No firmaron Ángel Lázaro, que por ser ciudadano español temió ser deportado, y Emilio Teuma, quien adujo que por pertenecer a una Logia Masónica y ser Regüeiferos Gran Maestro de esa asociación, no podía, con su firma, quebrantar uno de los principios de dicha institución fraternal.
DECLARACIÓN PUBLICADA
Ante lo ocurrido ayer en la Academia de Ciencias, declaramos:
Primero: Que por este medio pedimos perdón nuevamente al Club Femenino, reiterando que no ha sido intención nuestra perturbar en modo algunos sus funciones, ni mucho menos el homenaje que se rendía a Paulina Luisi. En espíritu estamos con las mujeres dignas y lamentamos que la medida tomada por nosotros, producto de civismo y reflexión, haya tenido efecto en un acto organizado por ellas.
Segundo: Que sólo es nuestro objeto manifestar la inconformidad de la juventud, que representamos, con los procedimientos usados por ciertos hombres públicos.
Tercero: Que siendo el acto homenaje a Paulina Luisi el primero público en que tomaba parte el señor Erasmo Regüeiferos, personalidad tachada por la opinión pública ante el hecho de haber refrendado el decreto inmoral y torpe relativo a la adquisición del convento de Santa Clara, sólo contra él o contra su actuación debe entenderse nuestra actitud al retirarnos de la sala.
Cuarto: Que la juventud consciente, sin ánimo perturbador ni más programa que lo que estima el cumplimiento de un deber, está dispuesta en lo sucesivo a adoptar idéntica actitud de protesta en todo acto en el que tome parte directa o indirecta una personalidad tachable de falta de patriotismo o de decoro ciudadano.
Quinto: Que por este medio solicitamos el apoyo y la adhesión de todo el que, sintiéndose indignado contra los que maltratan la República, piense con nosotros y estime que es llegada la hora de reaccionar vigorosamente y de castigar de alguna manera a los gobernantes delincuentes.
Los protestantes declararon sentirse honrados por iniciar un movimiento contra los gobernantes calculadores, expoliadores e inmorales, que tienden con sus actos a realizar el envilecimiento de la Patria.
Junto a la aclaración y explicación de las razones de la acción, establecían el compromiso como jóvenes de mantener en lo sucesivo esa actitud de protesta frente a todos los que fueran tachables “de falta de patriotismo o de decoro ciudadano.”
No puede aislarse este hecho del contexto en el cual se produjo, por cuanto ese mismo día se estaba fundando la Agrupación Comunista de La Habana, la FEU de la Universidad de La Habana había surgido meses antes y se desarrollaba un fuerte movimiento por la reforma universitaria con un líder de la altura de Julio Antonio Mella, quien pronto compartiría una entrañable amistad y camaradería con Villena. Era el momento en el cual grupos silenciados y preteridos comenzaban a hacerse visibles, como los obreros y hasta las mujeres que ese año celebraron su primer congreso nacional.
El sentido de lamento, de frustración, que se había adueñado de la población y que tenía expresión física en el personaje de Liborio en la caricatura de la época, el Liborio/pueblo que sufría de manera pasiva, como “el Bobo de la yuca” o “el guanajo de siempre”, comenzaba a cambiar por el llamado a la acción, como haría el propio Rubén en el “Mensaje lírico civil” que escribió entonces y donde narra lo acontecido con la Protesta de los Trece, para después afirmar:
Hace falta una carga para matar bribones,
para acabar la obra de las revoluciones;
para vengar los muertos que padecen ultraje,
para limpiar la costra tenaz del coloniaje;
para poder un día, con prestigio y razón,
extirpar el Apéndice de la Constitución;
para no hacer inútil, en humillante suerte,
el esfuerzo y el hambre y la herida y la muerte;
para que la República se mantenga de sí,
para cumplir el sueño de mármol de Martí…
Por tanto, aquella Protesta expresaba un momento importante para la sociedad cubana y para su joven intelectualidad que asumía un compromiso social, en momentos de cambios que anunciaban la posible formación de una situación revolucionaria.
EN LOS SIGUIENTES DÍAS
El 21 de marzo de 1923, Regüeiferos presentó una acusación formal contra Rubén Martínez Villena y los demás jóvenes participantes, y un día después el juez Antonio García Sola abrió la causa judicial 330 contra los trece por delito de injurias al secretario de Justicia.
La pena solicitada para cada uno de ellos fue de 180 días de encarcelamiento, sanción máxima en este tipo de delito. Inicialmente Fernando Ortiz asumió la defensa de los inculpados, en el Juzgado de Instrucción de la Sección Primera de la Audiencia de La Habana.
Numerosos intelectuales enviaron mensajes al Heraldo de Cuba ofreciendo su apoyo a los procesados.
En los últimos días de marzo Regüeiferos renunció a su cargo, mientras que los jóvenes incautados debieron presentarse todos los lunes, hasta mediados de 1924, en el juzgado donde se presentó la demanda contra ellos, momento en que la misma fue sobreseída.
A Rubén Martínez Villena (1899-1934) se le considera el poeta más brillante y original de su generación, la segunda de la República, quien a pesar de su corta vida, y como hizo José Martí, renunció a todo renombre literario para abrazar la causa de la patria y morir prematuramente, en su caso por una dolencia pulmonar mal cuidada.
Emilio Roig de Leuchsenring (1889-1964) apoyó públicamente la Protesta de los Trece, la manifestación más rotunda de la nueva generación de la juventud cubana, y perteneció a Falange de Acción Cubana y al Grupo Minorista, junto a figuras que marcaron en las primeras décadas de la neocolonia el llamado “despertar de la conciencia nacional”.
Fuente
EcuRed: Enciclopedia cubana.