Por el promotor de lectura Adrián Guerra Pensado
Celia, la de Pilón, desde su pura
ñiñez amó las flores de su tierra.
Quiso ser una orquídea de la Sierra
Y fue modestia, sencillez, ternura.
Estrella que alumbró la noche oscura
de los días sangrientos de la guerra,
no es un silencio que el sepulcro encierra,
sino una idea viva que fulgura.
Por sembrar sus orquídeas clandestinas,
el sacrificio coronó de espinas
en la llanura su cabeza indiana;
pero, por endulzar graves dolores,
en su tumba de dulce capitana
todos los días amanecen flores.
Indio Naborí