Por Regla Perea, directora de la biblioteca
El año 1959 fue el comienzo de las fiestas de las publicaciones cubanas. El nuevo gobierno revolucionario crea el 31 de marzo de ese año la Imprenta Nacional de Cuba; razón por la cual en 1981 la fecha fue instituida como Día del Libro Cubano, siendo Alejo Carpentier su primer director.
La literatura de Alejo Carpentier nos sigue sorprendiendo por el caudal inmenso de su sapiencia, de prosa, barroca y palpitante, y por la fuerza de sus historias, y que mayor elogio que resaltar la influencia de Cervantes en Carpentier que sus palabras en una entrevista realizada en 1974 donde manifestó:
Para mí, junto con la Odisea, que leo y releo, sin cansarme, desde la edad de once años, no hay libro comparable al Quijote […] por una razón que llamaríamos el orden técnico. Cervantes fue (esto se halla también en Shakespeare algunas veces, pero en otro ámbito) el único novelista que logró -cosas mil veces buscadas, pero nunca halladas- hacer coexistir lo real y lo irreal en un plano perpetuamente coherente sin que haya oposición brutal de atmósferas y, sobre todo, sin que se vean las costuras. Don Quijote es hombre de cuatro dimensiones, movido con absoluta naturalidad, en un mundo real, tangible, cotidiano, de tres dimensiones (el nuestro). Y su autor lo ha logrado con tan milagroso acierto que si viésemos al buen caballero desembocar por la esquina de nuestra casa, hoy, en 1974, le diríamos: “Pase usted, señor don Quijote, descanse un poco y comparta nuestra comida, y háblenos de sus andanzas, y que las oigan nuestros niños…”.