Por el promotor de lectura Adrián Guerra Pensado
En lo desmesurado de la geografía y la historia de América consideraba Gabriel García Márquez que estaba el principal motivo de inspiración para los escritores hispanoamericanos. Había nacido el 6 de marzo de 1928 en la caribeña Aracataca, un poblado colombiano y crecido en el Caribe y afirmaba conocer país por país, isla por isla, y tal vez por eso nada había podido hacer más asombroso que la realidad. “No hay una sola línea en ninguno de mis libros que no tenga su origen en un hecho real”. Una de esas cualidades de su realismo mágico es la cola de cerdo que tanto inquietaba a la estirpe de los Buendía en Cien años de soledad.
Yo hubiera podido recurrir a otra imagen, pero pensé que el temor al nacimiento de un hijo con cola de cerdo era la que menos probabilidades tenía de coincidir con la realidad. Sin embargo, tan pronto como la novela empezó a ser conocida, surgieron en distintos lugares de las Américas las confesiones de hombres y mujeres que tenían algo semejante a una cola de cerdo. En Barranquilla , un joven se mostró en los periódicos confesando que nunca quiso decir nada porque le daba vergüenza, pero leyendo la novela y oyendo a la gente que la ha leído, considera que es algo natural.
Si eres un adolescente o un joven con buenas experiencias de lectura, luego de disfrutar Cien años de soledad, te encantarán: El amor en los tiempos del cólera, El coronel no tiene quien le escriba, El otoño del patriarca y Crónica de una muerte anunciada, todas con la genialidad del Gabo.
La escultura en bronce que se halla en el jardín del Liceo Artístico y Literario en la calle Mercaderes 16, obra de José Villa Soberón, es réplica de la develada en Barranquilla en 2016. Se develó en febrero de 2017 para celebrar el aniversario 90 del nacimiento del Premio Nobel y el 50 de su novela cumbre: Cien años de soledad, considerada obra maestra de la literatura hispanoamericana y universal.