Por el promotor de lectura Adrián Guerra Pensado
Con el singular y divertido libro Los Chichiricú del Charco de la Jícara, destinado al nivel infantil, su autora Julia Calzadilla Núñez nos acerca al tema central de la mitología campesina y cubana: los güijes, esos duendecitos “encuerusos” que la imaginación popular sitúa en los ríos y lagunas de nuestra Cuba y que al caer la noche salen a asustar a quienes andan deambulando por los caminos del monte.
Los Chichiricú del Charco de la Jícara son dos, ella y él, siempre juntos, pequeñitos pero haciendo travesuras para hacerse sentir aunque fuera muy difícil verlos. Andan con un bastoncito de madera de guásima que les permite hacerse invisibles y visibles llevan consigo una guitarra muy melodiosa, más que cualquiera que hayamos escuchado. Viven para ser traviesos y juguetones y por eso nunca se ponen viejos y saltimbanquean de árbol en árbol hasta que alguien se acerca, entonces suceden las cosas más extrañas y el monte se llena de burbujas que, al estallar, suenan como maracas, que así suena la risa de los chichiricú por toda la isla. En las páginas 34 y 35 un mapa les señala los ríos, charcas, lagunas y una bahía donde acostumbran a aparecer.
Si están indecisos en si leer o no leer estas historias, les invito a abrir la página 19 “De cuando inventaron un trabalenguas”, que es un capítulo muy cortico pero entenderán riendo el por qué Tío Jacintón huyó de semejantes criaturas y por qué ustedes, sin dudas, las van a amar.
Julia Calzadilla Núñez (La Habana, 1 de agosto de 1943) tiene un gran corazón que viaja al mundo antiguo y al moderno y se lo entrega a la infancia con voz muy tierna y palabras que guarda en cajitas de besos. Además de dominar el lenguaje de la niñez, domina como traductora e intérprete, el portugués, el italiano, el inglés, el francés y muy reconocida mundialmente. Es también egiptóloga de fama internacional. Su pasión por el Antiguo Egipto data de su infancia, cuando sólo con 6 años, más o menos; pedía a su familia que le narrasen cuentos donde hubiese pirámides y faraones.
Ha confesado que considera que las culturas antiguas fueron más sabias que las culturas modernas, que las contemporáneas, que todas las que pueden haber existido después. “Es una pena, pero es una certeza incuestionable”, afirma. Le duele que hayan sido aniquiladas por doquier, precisamente por el saber que las hacía poderosas en lo espiritual y frágiles en lo material. Sin embargo, esa sabiduría —gracias a haber sido transmitida en muchos casos “de labios a oídos”— no se perdió completamente. Eso la hizo escribir Por si las moscas, libro basado en el Popol Vuh, texto sagrado de los mayas quichés de Guatemala, también Casuarino y el libro encantado de los Chacaneques, que trata sobre la extinción por la colonización española de las avanzadas culturas de nuestra América, maya, azteca, inca… La hizo escribir El Egipto de los Faraones, destinado a las bibliotecas escolares… Los cantares de la América Latina, los Chichiricú… ¿Ruidos Extraños? (Gente Nueva, 2004 y dedicado al caballo-caballero Rocinante).
Esta autora no ha parado ni un momento de escribir, investigar y pensar en dejar un pedazo de ella misma en todo lo que escribe para el presente y el futuro de los niños y niñas que ríen con las travesuras de los Chichiricú.