Por Juliana Uribe y Dianet Armenteros
Con el texto “Café: El ritual del buchito” (parte 1), de la revista especializada Excelencias Gourmet, el espacio Lectura con Juliana nos acerca a un escrito sobre el néctar de la vida.
Se dice popularmente que el café debe tomarse según las mismas letras con que se escribe: Caliente, Amargo, Fuerte y Escaso.
El acto de beber café se encuentra incorporado no solo en la fisiología que presupone beberlo, sino también como reclamo existencial de los cubanos. Representa el sello al final de las comidas, después de los postres; bebida entretiempo en bares, snack-bares, cafeterías o donde quiera que a alguien se le ocurra ofrecerlo; recurrente pretexto para hacer una pausa en jornadas de trabajo y meriendas; complemento que por sí solo expresa la bienvenida al visitante. Su versatilidad ya trascendió de bebida estimulante en ingrediente distintivo de elaboraciones culinarias, repostería y coctelería.
Como marcas de café cubano se destacan, tanto dentro de la Isla como en el mercado internacional, el Cohiba Atmosphere, Montecristo Deleggend, Turquino Montañés, Serrano Selecto, Cubita, Caracolillo, Monte Rouge, Indiana, Escorial y Regil.
Por lo general, se toma en pocas cantidades. En Cuba su concentración varía por regiones y localidades. En el occidente suele beberse más fuerte y oscuro, mientras que el Oriente algo más claro. Los medios para servirlo varían desde una vajilla de refinada porcelana, cristalería y cubertería de la más alta calidad, hasta un deteriorado jarrito metálico. Que mientras más abollado se encuentre, mejor sabor a familiaridad tendrá.
Tomado de: Revista Excelencias Gourmet, número 48, año 2016.
Ver también: Café: El ritual del buchito. Por Jorge Méndez Rodríguez-Arencibia. Disponible en: Excelencias Gourmet.