La Iglesia de Paula y la prolongación de la Avenida del Puerto por el sur

Por: Armando Maribona

En:  Revista Arquitectura (diciembre 1937)

La Revista Arquitectura reproduce gustosamente este trabajo publicado en el “Diario de la Marina”, el 31 de diciembre último. Su autor viene, desde hace muchos años, ocupándose de problemas turís­ticos y urbanos, y dado que los periodistas a menudo recogen opiniones de arquitectos y reproducen nues­tros trabajos, nos parece lógico y justo que Arqui­tectura corresponda con aquellos que contribuyen a prestigiar, desde las columnas de las publicaciones, nuestra profesión, manteniendo a la vez la opinión pública despierta y con los ojos puestos en la labor de los arquitectos.

plano_de_armando_maribona_para_alameda_paula_1930El plano adjunto, ejecutado por Armando Maribona que, a más de periodista es pintor y dibujante, ofrece una curiosa técnica y un modo personal de señalar las vías pavimentadas, las esquinas a chaflán, los futuros portales, los automóviles estacionados en el sitio imaginario, las direcciones del tránsito, las franjas de edificaciones que debieran ser demolidas y realineadas, la zona de la ciudad que se beneficia con las reformas que propone, el contorno actual del agua en el puerto, y los pequeños espacios rellenables. El proyecto de Maribona ofrece algunas ventajas. Cierto que el edificio de muelles y almacenes de San José perdería un importante espacio; pero, en cambio sería así menor la cantidad de propiedades particulares afectadas por el ensanche. La Iglesia de Paula y el patio del hospital, enmarcados en un parquecito casi circular, cual lo propone Augusto Menocal, ofrecerían indudable belleza.

Dado el éxito —con la mejora y aumento de interés que representan para la ciudad— de las restauraciones de la Plaza de Armas y de la de la Catedral, no es aventurado afirmar que si el Municipio y el Estado se deciden a realizar obras en la Iglesia de Paula y sus alrededores, completando además la Avenida del Puerto, crecerían las razones positivas para que la Habana sea llamada en justicia, “gran ciudad colo­nial y a la vez moderna”.

¡La Iglesia de Paula no va a ser demolida! Para los habaneros, para los cubanos todos, esta noticia ha de ser motivo de alborozo. La Iglesia de Paula tiene valor histórico, anecdótico, legendario, arquitectónico, artístico y ornamental, por lo tanto, turístico.

La Comisión Nacional de Arqueología, integrada por los señores Dr. José María Chacón y Calvo, Arq. Evelio Govantes, Arq. Silvio Acosta, Arq. Luis Bay Sevilla, Dr. Pérez Beato y otros que se escapan a la memoria, ampara de ser demolido ese monumento nacional, y pide sea restaurado. Esos hombres merecen la gratitud de todas las personas de buen gusto.

Pero como el tránsito citadino y el progreso, exigen vías de comunicación amplias, rápidas, continuadas y accesibles y también necesitan ser atendidos, se está estudiando el modo de que la calle Desampa­rados se convierta en una avenida de gran anchura en toda su extensión sin necesidad de derribar la Iglesia.

Augusto Menocal, notable pintor desde hace tiem­po, y dentro de poco arquitecto, no sólo ha captado con sus pinceles interesantísimos rincones del templo, sino también ha levantado la planta del mismo y es­tudiado la posibilidad de conservar parte del patio del hospital aledaño para convertirlo en pequeño par­que, en donde con un busto de Cirilo Villaverde se honraría la memoria de éste. Por su parte el Ar­quitecto Raúl Otero ha estudiado la posibilidad de conservar dicho patio y sus arcos y columnas, cu­briéndolos a manera de pérgola. Como se ve, hay numerosos profesionales preocupados en la perpetua­ción de esas piedras enmohecidas.

Ahora bien ¿por qué entre todos no estudian tam­bién las posibilidades viales de ese sector? El plano de Albear y otros que tienen muchos, demuestran el agua del mar materialmente lamiendo la fachada Sur de la Iglesia y del Hospital. Actualmente, gracias al terreno ganado con rellenos, el agua llega a varios metros de distancia. ¿No podría ampliarse el relleno un par de metros más para hacer factible la conser­vación del patio del hospital en forma de parque?

Esto que sugerimos, lejos de ser difícil y costoso, representa tan sólo la inversión de un dinero que, facilitando la construcción de la avenida, da gran valor a todos los muelles, terrenos y edificios cer­canos. Está más que llegada la hora de que hagamos en Cuba lo que desde hace tiempo se viene practi­cando en grandes ciudades extranjeras: cuando una comisión de profesionales y técnicos competentes de­cide un ensanche, una prolongación o un relleno, se declara el proyecto “de pública utilidad”, el Estado decreta la expropiación forzosa de una franja o zona de 100 ó 150 metros de cada lado, se paga a los te­rratenientes y propietarios de acuerdo con una tasa­ción equilibrada y honesta, se derriba y construye, se venden las parcelas libres al mayor precio que al­canza la propiedad, y así muy frecuentemente la población obtiene enormes mejoras con poco o ningún costo para el Erario.

El grabado adjunto explica las zonas que se bene­ficiarían a ambos lados de la Avenida proyectada. Como existen allí numerosas propiedades del Estado, éste debe invertir el dinero que proporcionalmente le corresponde por concepto de plusvalía. Y tan pronto se complete esa gran vía del Puerto, empatándola con la explanada de los Muelles del Arsenal y la sa­lida a la Carretera Central, tendríamos no tan sólo un hermoso boulevard más, sino una gran arteria Sur que serviría para descongestionar las zonas comerciales de “la Habana vieja”.

Sea cuales fueran las decisiones que el grupo de profesionales adopte para esa Avenida, la Iglesia de Paula y el pequeño parque en que se ha de convertir el patio del hospital, ambos deben tener perspectiva. Que no siga repitiéndose el error tan frecuente de encajonarse nuestros monumentos en las calles estre­chísimas, que pierden su carácter colonial con edi­ficios de varios pisos haciéndose casi imposible con­templarlos sino fragmentariamente.

Cierto que la estrechez de las calles tiene sabor arcaico; pero al erigir en ellas altos edificios de va­riado estilo, la mezcla resulta híbrida y el tránsito sale perdiendo.

El ensanche que proponemos de ese tramo de la calle de San Ignacio, formaría a la entrada del muelle Munson útil plazoleta para estacionamiento de ve­hículos. En estos días que el puerto alberga barcos excursionistas, el terreno yermo existente al lado de la Iglesia de Paula sirve para “parqueo” de automó­viles. Esta experiencia valiosa no debe ser omitida al planear la prolongación de la Avenida del Golfo.

 

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