Por el promotor de lectura Adrián Guerra Pensado
El 7 de junio nuestro país celebra el Día de los bibliotecarios y las bibliotecas en homenaje al nacimiento el 7 de junio de 1812 de Antonio Bachiller y Morales, uno de los más insignes intelectuales cubanos: prolífico periodista, historiador, abogado y bibliógrafo, considerado como el padre de la bibliografía cubana.
La Casa de la Poesía honró esta fecha colocando en su página de Facebook una entrevista telefónica, a tono con estos tiempos de pandemia, que le hiciera a uno de los miembros de nuestro colectivo en el día señalado y que publicamos a continuación.
¿Es el bibliotecario un guardián de la memoria? ¿Por qué?
En realidad es la biblioteca pública quien tiene el mérito de ser la guardiana de la memoria cultural, local, nacional y universal. Ella es un centro de atracción comunitaria, un lugar que condensa lo social, lo cultural, lo literario, lo político y lo económico de un país. El bibliotecario ciertamente es el custodio de toda esa riqueza, pero su función es movilizar esos saberes. Amén de sus conocimientos, sus intereses personales, sus preferencias, debe sentir profundamente el placer de convertirse en el auxiliar ideal, comprometido con su profesión de servidor público, conocedor de las maneras de acceder a los saberes que contiene la biblioteca y hacerle sentir al público su sincero interés en encaminarlos al éxito en cualquier indagación.
¿Crees que la bibliotecología está subestimada? ¿Por qué?
Sí. En materia de respaldo económico para el desarrollo, el futuro de las bibliotecas públicas depende del reconocimiento de decisores que guarden una biblioteca en su corazón.
Quienes tomen esta carrera sin haber reunido en su adolescencia una pequeña biblioteca personal, no se sentirán bien rodeados de libros, quienes no son lectores, nunca encarnarán esta profesión. Pondré un ejemplo simple y verdadero: Solo los lectores que aman leer poesía podrían convertirse en poetas.
Jorge Luis Borges dijo que él imaginaba el Paraíso como una gran biblioteca. Si fueras el bibliotecario, ¿cuáles tres libros no podrían faltar?
Tú y Borges me hacen recordar que años atrás una amiga me preguntaba si en otra vida escogería ser también bibliotecario. Jaraneando le respondí que yo ya había hallado en Internet un sitio japonés nombrado “Cunero Celestial” y reservado una cunita para reencarnar sin fecha fija. Allí hay también una gran biblioteca nombrada “La Eternidad” donde quien llegue primero puede esperar al otro leyendo. De ahí la conocida frase “te espero en La Eternidad”.
Escoger solo tres títulos es más que angustioso, pero estos no deben faltar:
La Isla del Tesoro (Robert Louis Stevenson)
El Tábano (Ethel Lillian Voynish)
100 años de soledad (Gabriel García Márquez)
Adrián, eres un apasionado de la literatura infantil. ¿Por qué?
Porque soy un apasionado de la infancia y los libros son los caminos para descubrirles un mundo que va más allá de todas las paredes imaginables. Más allá de la cama, la casa y el aula están sus sueños por los que deben luchar para ser felices. El vital aprendizaje para triunfar como protagonistas de su propia existencia lo hallarán en las experiencias de otros, es decir, tomando de otras historias de vida el mejor material: las más valiosas cualidades humanas, la bondad y la capacidad de sacrificio; toda esa fibra que les permita crecer justos, sinceros, leales, amorosos del bien y del mundo todo y por sobre todo, libres e inteligentes. Hay un lazo muy fuerte entre vivir y leer.
FELICIDADES PAPÁS
Desde 1938 en Cuba se celebra el día del padre el tercer domingo del mes de junio. Esta tradición surgió gracias a la promoción que le dio la escritora Dulce María Borrero quien consideró justo un día especial para los papás. Desde entonces, en Cuba se tiene por costumbre rendir tributo a esos hombres especiales que nos han dado vida. Asimismo, es una ocasión propicia para compartir en familia, con gestos de cariño y gratitud mediante la entrega de obsequios especiales.
Libruras les obsequia este poema del gran Gabriel García Márquez
He aprendido que
cuando un recién
nacido aprieta con su
pequeño puño, por
primera vez, el dedo
de su padre, lo tiene
atrapado por siempre.