En el Báltico, 15 de agosto de 1930.
Chela querida:
Hoy se abre el Congreso19 y todavía estamos en camino. Antes de ayer, al cabo, no se continuó la discusión a bordo sobre el problema de las organizaciones reformistas en Alemania, etcétera. Ayer dio la delegación italiana un informe interesante y hoy informó un compañero de Estados Unidos y uno del Canadá. Ya no habrá más reuniones, pues mañana por la mañana llegaremos a Leningrado.
Anoche, en el Rincón de Lenin que está en la popa bajo cubierta, y un saloncito adjunto, los marineros organizaron una fiestecita e invitaron a los delegados. Además de nosotros, también va en el barco la delegación inglesa, pero viajando en primera. Creo que son seis: cuatro hombres y dos mujeres. La fiesta consistió primero en un informe de un compañero marinero sobre la situación actual de la Unión Soviética, los éxitos del plan quinquenal, los peligros de guerra por parte de los países imperialistas, etcétera. El discurso fue traducido al inglés y al italiano. Después hablaron un compañero americano en inglés y un compañero italiano, y se hicieron las traducciones respectivas y al ruso. Luego una compañera camarera recitó en ruso, y un alemán, en alemán. Después tocó el piano la misma camarera y algunas parejas bailaron: también pusieron discos en un fonógrafo, inclusive un tango argentino.
Y a lo último todo el grupo de los marineros presentes, acompañados al piano, cantaron cinco o seis canciones rusas formidables. ¡Cómo me acordé de ti anoche! Me parecía absurdo estar asistiendo a aquello sin que tú participaras de lo mismo, sin que tú estuvieras a mi lado sintiendo como yo. Una de las cosas que oí en el fonógrafo y en el piano es la música que siempre tocaban en los cines de Nueva York cuando ponían una película rusa, y que tú aprendiste. ¿Te acuerdas? Según me informó un marinero (varios hablan inglés), es una danza ucraniana. La primera vez que oímos esa música estábamos en el cine Prado, viendo Volga, Volga o Los esclavos del Volga. La tocaban cuando el antiguo cosaco, rebelado y convertido en pirata, después de perder al muchachito que adoptó y haberse matado su amada, hace bailar a toda la tripulación. Después la oímos muchas veces en Nueva York. ¿Cuándo volveremos a oírla juntos?
Hoy estuve leyendo y preparando algo para el Congreso. Ayer saqué todos los papeles e informes referentes a éste y los ordené. En Hamburgo, con el dinero que me sobraba del jornal de doce marcos compré una cartera de papeles, y coloqué en ella casi todo el material que necesitaré. Ayer y hoy estuve leyendo el libro de Stalin que me dio Vivó y la tesis política del Secretariado sudamericano (número especial de 25 de junio), que es muy buena, aunque tiene algunos defectos.
Yo me siento bastante bien, aunque me noto haragán para el trabajo. El viaje ha sido una prueba dura y seguramente no supe aprovechar bastante su parte aprovechable. Acaso el hecho de que llegaremos retrasados al Congreso haga que participe en menos comisiones. Pero me disgusta mucho la ausencia de algún otro delegado de Cuba.