Por el promotor de lectura Adrián Guerra Pensado
HISTÓRICAS
La eternidad de una campana
Para recordar a este “hombre de mármol”, como llamara Martí a Carlos Manuel de Céspedes, escogimos estos dos poemas hermosísimos nacidos del corazón y la pluma de Nersys Felipe Herrera (Pinar del Río, 1935) quien ha embellecido la niñez de varias generaciones de cubanos.
Maestro
Abierta en el monte umbrío,
escuelita de mi sierra.
Rosa de guano en la tierra
de palma, barranco y río.
Venían del lomerío
niñas y niños en bando.
Sus bancos se iban llenando,
se iluminaba el papel
y en su voz, Carlos Manuel
iba la letra enseñando.
Veintisiete de febrero
Barranco seco, barranco
mojado en sangre después.
Barranco al pie del Turquino,
¿fuiste duro para él?
–Se esponjó mi tierra seca
al verle herido caer.
Charquito rojo en la tierra,
sangre de Carlos Manuel.
Charquito que se hizo pozo,
¿fuiste dulce para él?
–Con voz de brisa y campana
en sus oídos canté.
Yerba que viste desnuda
y hecha girones su piel,
¿qué hiciste, yerba, qué hiciste?
–Cubrirlo quise, me alcé
y sus heridas abiertas
con rocío las lavé.
Vestido de negro y solo
andaba aquel día él
Monte Turquino, ¿te acuerdas?
–Lo emboscaron a mis pies.
Y a mis pies cayó al barranco
peleando Carlos Manuel.