¿Recuerdas la fontana rumorosa
en la cual una tarde del estío
un soneto compuse a tu desvío
con musa delicada y candorosa?
La música sutil y cadenciosa
se juntó de la fuente al murmurio,
y al terminar dijiste con hastío:
ese soneto me parece prosa.
Y se pintó en tu boca y en tus ojos
un mohín de impaciencias y de enojos,
que convidaba a todos los excesos;
entonces, comprendiendo tus agravios,
te compuse un soneto de mis besos
y lo grabé en tu cuerpo con mis labios…!
Rubén Martínez Villena
Hexaedro rosa (1920)