El viejo caballero de preclaro linaje,
bruñía sus pistolas con grave devoción;
la joven castellana bordaba algún encaje.
El cierzo, en las almenas aullaba su canción.
Tendido ante la dama se hallaba el nuevo paje,
mirando, con pupilas llameantes de pasión,
la pierna que, atrevida, por debajo del traje,
mostraba su contorno como una tentación…
Una ráfaga helada, con un soplo macabro
apagó las diez velas en el gran candelabro:
el paje, con creciente delirio se arrastró;
mordió la airosa pierna que huyó sobre la alfombra
y, sin ver que la dama sonreía en la sombra,
¡temiendo que le ahorcaran la daga se clavó!
Rubén Martínez Villena
Hexaedro rosa (1922)