Carta a Enrique Serpa (23 feb 1920)

Habana, 23 de febrero de 1920.

Sr. Enrique Serpa

Central «Mercedes»

Mi querido hermano:

No creas, a pesar de mi silencio, que te olvido. Como verías por mi última, en el momento de estarte contestando llegó tu carta a que me referí y más, el día 22 del pasado mes volviste a escribir. Mil dificultades se me han presentado para contestar esa tu última; gran acumulación de trabajo, la huelga y por fin la influenza, que he rebasado afortunadamente. Hoy te contesto con el mismo sincero cariño de siempre y te prometo, pase lo que pase, contestar inmediatamente toda carta tuya, aunque sea en un pliego de papel de estraza y en el intervalo de un plato de sopa a uno de frijoles.

Supongo que habrás escrito mucho más y te ruego que me envíes copia de todo lo que hagas; he leído con verdadero deleite tus dos sonetos que parecen escritos por distintas manos, tan diverso es el carácter del uno con respecto al otro; ambos son hermosísimos, y si bien los cuartetos son, como todos los tuyos, pulidos y acabados, los tercetos están trazados como por un maestro; el último verso del primer soneto, por sí solo, justifica el nombre que lleva, y los tercetos del segundo constituyen una flor de delicadeza espiritual.

No dejes de enviarme lo que hayas producido después; has adquirido, como te decía en mi anterior, un perfecto dominio del soneto, y creo que será ésa la forma poética que te ha de ganar más aplausos. Y a propósito de sonetos: no sé si habrás leído los tres sonetos de Joseíto, que salieron en El Mundo, y por si acaso no los conoces, te envío de ellos una copia. A mi juicio, el amigo Rodríguez «la metió en la cerca». Verás el comentario que le expone el hombre que «pide la palabra».

Por mi parte, apenas he escrito una que otra bobería que ni son dignas de mención, y aparte de eso continúo con mi eterno defecto de no enmendar nunca, lo cual hace que mis poesías ganen en maldad lo que no puedan perder en belleza, de la cual carecen las más.

Así y todo sigo escribiendo, ni sé por qué, aunque ya con menos dedicación, hasta el extremo que todas las que últimamente he hecho han sido fabricadas en la memoria y no han pasado nunca al papel, y aunque reconozco que día a día voy perdiendo mis escasas facultades poéticas r no transijo con la realidad y sigo aporreando la lira, como lo seguiré haciendo probablemente, mientras me quede un  ideal que alcanzar, lo cual siempre ocurrirá. Hoy en día más que nada, y debido seguramente a la edad, mi mejor y mayor motivo de inspiración, como bien lo sabes, es el Amor. Yo, como tú, me he dedicado durante algún tiempo y creo que ahora también, a buscar en el exterior el sueño» que, más o menos definido, todos los hombres llevamos dentro. La clave de mi melancolía y de muc’hos malos versos que he escrito, no es otra que la búsqueda inútil de la concreción real de mi sueño. Muchas veces he creído encontrarla, y más tarde el pasar del tiempo se ha encargado de desilusionarme despiadadamente. Hoy, con alguna más experiencia, me queda para mi consuelo el caudal de mis dulces recuerdos de la infancia, y el fárrago de mis ilusiones que aún subsisten, y que tienen como tales para su cumplimiento el plazo inalcanzable del mañana. De aquí que toda mi actividad mental se reduzca a recordar  o a soñar; nunca, por mi desgracia, a pensar. Yo he aprendido en mis pocos años de vida, que pueden contarse como siglos de experiencia, que tan desgraciado es el hombre que recuerda como el hombre que sueña: ambos viven fuera de la realidad; el que recuerda, vive en el pasado; el que sueña, vive en el porvenir.

Perdona el párrafo anterior, que después de escrito ni yo mismo lo acabo de entender, pero no tengo tiempo de modificarlo ni quiero muchas boberías que tiene, por haberlo escrito en un momento de comunicabilidad irrefrenable.

Sea como sea, digamos parodiando a Bécquer: «Ahí va, como el caballo de copa.» Y ahora para acabar, pues esto es una lata que lleva trazas de no acabar nunca, y para que no me digas ingrato y mal hermano, te transcribo dos de mis últimas composiciones, a cual de las dos más malas.

No me queda más que decirte sino que te deseo toda suerte de prosperidades, físicas y espirituales, o sea económicas y poéticas. Deseo que te diviertas en los carnavales, si es que allí hay carnavales, y que encuentres un motivo fuerte de inspiración que sea la forma real de tu sueño de poeta.

Un abrazo de tu hermano,

R.

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