Por: Luis Bay Sevilla
En: Diario de La Marina (21 febrero 1946)
En la Calzada del Cerro 1364, casa contigua a la que ocupa hoy el Asilo Menocal, residió durante largos años la señora Luz Godínez y Delgado, se casó con don Luis Felipe Diago y Zayas, teniendo una sola hija nombrada Ana Luisa, que contrajo matrimonio con don Ciro de la Vega, que fue ingeniero jefe de la ciudad de La Habana.
Esta casa fue construida por don Antonio Benítez Uthón, arquitecto graduado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de Madrid, quien construyó también para una de las hijas del marqués de Almendares, doña María Teresa Herrera de Melgares, la casa de Cerro y Santa Teresa, donde se encuentra instalado en la actualidad el “Sanatorio la Milagrosa“, de la Asociación de Católicas Cubanas. Éste mismo arquitecto había construido anteriormente para el marqués de Almendares una gran residencia de verano, “Villa Almendares“, en la antigua calle de Terán, en el pueblo de Marianao, en cuya casa, hoy propiedad de aquel Municipio, funciona actualmente una creche.
Don Luis Felipe Diago, cuando contrajo segundas nupcias con la señorita Luz Godínez, era padre de Luis Felipe y Alberto, hijos habidos en su primer matrimonio con doña Ascensión Valdés y Chacón, casando Alberto con doña María Dolores Morán, quienes tuvieron por hijos a María Teresa, Gonzalo Alberto y Raúl, contrayendo matrimonio la primera con don Miguel Adux y Güell, primogénito del notable médico de igual nombre.
En la planta alta de esta casa, residieron los esposos Estela Broch y el licenciado Cosme de la Torriente, al regresar éste a La Habana, después de renunciar el cargo de ministro de Cuba en España. La unigénita de este matrimonio, nombrada María Luisa, casó con el doctor José Enrique Sandoval, quienes son padres de Cristina y Natalia.
En esta casa falleció doña Rosa Sanz Dolz de Castellar, que estaba casada con don Francisco Broch y Calzadilla, que fue un notable abogado del Colegio de La Habana, quienes tuvieron por hijos a León, Alberto, y Natalia.
León, el mayor de los hermanos, que fue también un gran abogado, casó con doña María Luisa O-Farrill y Chappotin , hija de doña Irene Chappotin y de don José Ricardo O-Farrill y Folch, obteniendo los siguientes hijos Estela, Alberto, Blanca, Natalia, María Luisa, Oraciella, León y Ofelia.
Alberto contrajo nupcias con doña Julia Rovier y Elizalde, teniendo un solo hijo nombrado Alberto, distinguido arquitecto, se casó con la señorita Gertrudis Soler y Howard. La señora madre de Gertrudis se nombraba doña Kate Howard y Gregg, y pertenecía a la familia inglesa de este apellido, encontrándose emparentada también con el coronel Bliss, que fue administrador de la aduana de la Habana durante el período de la primera Intervención norteamericana, más tarde ascendido a general del Ejército de su país, siendo actualmente uno de los pocos generales de ese Ejército que cuenta cuatro estrellas.
Natalia, la tercera de las hijas del matrimonio Broch-Dolz, fue una notabilísima pianista, se casó en esta capital con don Manuel Agustín Calvo y Posada, naciendo de esa unión un solo hijo nombrado Manuel Francisco.
Manuel Agustín era hijo de don Francisco J. Calvo y Olazagarre, de nacionalidad peruana, y de doña Teresa Posada, que llegó a La Habana en compañía de sus padres, como emigrados de la República de Colombia, en los días tormentosos de la Guerra de Independencia, quedando allí una rama de la familia Posada, extraordinariamente rica también, que se destacó mucho luchando contra el Gobierno colonial español.
Manuel Agustín Calvo fue socio fundador y prominente miembro del Habana Yacht Club, ocupando durante tres períodos el cargo de comodoro de su Junta de Gobierno. Poseía el mayor de los yates que en aquella época existían en nuestro país, a cuyo barco, en un acto lucidísimo de carácter religioso y social, se le puso el nombre de “Cuba“. Formaba Calvo parte principal de la razón social en “Francke, hijos y compañía“, que se dedicaba a negocios de azúcar, siendo en aquellos lejanos días una de las firmas más fuertes y acreditadas del comercio habanero.
Francisco Javier, al contraer matrimonio con doña Teresa Posada, construyó una gran casona de la calle Domínguez 4, residiendo en ella con su familia durante largos años.
Natalia, la señora de don Manuel Agustín Calvo, falleció a consecuencia de fiebre tifoidea a bordo del vapor alemán “Frankfurt“, el 16 de diciembre de 1877, durante la travesía de Bremen a La Habana, breves días antes de llegar a este puerto, procedente de Francia, siendo embalsamado su cadáver, que recibió sepultura en el Cementerio de Colón.
En los meses de verano de ese mismo año, encontrándose ella en París, concurrió a la Sala Pieyel, con el propósito de adquirir un piano, teniendo esa tarde oportunidad de conocer a los famosos pianistas J. Alkan y Eduardo Wolf, que incidentalmente se encontraban allí y quienes, después de oírla, se mostraron profundamente admirados de la técnica, ejecución y buen gusto de la señora Broch, afirmando el primero de ellos que el sonido de Natalia arrancaba al piano era maravilloso, y diciendo Wolf que, aunque por su larga carrera artística había tenido oportunidades de escuchar verdaderas eminencias musicales, confesaba que las armonías que Natalia sacaba del piano eran completamente desconocidas para los europeos. Esta es, agregó, la segunda vez que la Isla de Cuba revela a los artistas del Viejo Continente efectos y tonalidades nuevas en el instrumento que ejecutan, lo que seguramente se debe a procedimientos mecánicos de ejecución que los artistas europeos no podemos ciertamente determinar.
Pasado algún tiempo de la muerte de Natalia, contrajo don Manuel Agustín Calvo segundas nupcias con doña María Angulo y Garay, teniendo durante su segundo matrimonio tres hijos, uno de los cuales, siendo niña todavía, murió quemada residiendo con sus padres en la casa Carlos III cerca de Belascoaín, la misma que después ocupara el general Fernando Freyre de Andrade con su familia, y donde se encuentra actualmente instalada la Gran Logia Masónica, al incendiársele el vestido en ocasión de encontrarse jugando con fósforos, conmoviendo hondamente este doloroso suceso a toda la sociedad habanera de la época.
Como la tragedia parecía perseguir a este matrimonio, a fines del año 1890 fueron protagonistas de otro horrible suceso que se desarrolló del siguiente modo: Manuel Agustín y María habían pasado una temporada en París, y antes de regresar a Cuba quisieron visitar la ciudad de New York, permaneciendo allí breves días. Al salir de ese puerto rumbo a La Habana, a bordo del correo español “Vizcaya“, tuvieron la desgracia de chocar con una enorme barcaza cargada de carbón mineral, que a la sazón entraba en aquel puerto, hundiéndose el “Vizcaya” inmediatamente y pereciendo casi todo el pasaje y una buena parte de la tripulación, por no habérseles podido prestar rápido auxilio. Eran pasajeros de ese barco don Manuel Agustín Calvo, su esposa doña María Angulo, su hijo Carlos y la institutriz de este nombrada Annie, pereciendo todos en el naufragio. Perdieron también la vida, en esa ocasión, algunos cubanos más, entre ellos el señor Juan Pedro, padre del conocido “clubman” don Juan Pedro Baró, casado en primeras nupcias con doña Rosa Blanca Varona, y en segundas nupcias con doña Catalina Lasa. Solamente salvaron la vida en ese naufragio algunos marineros y el médico del barco Dr. José Valdés Rico, de nacionalidad cubana, que fue después durante largos años, médico del puerto de La Habana.
El Lcdo. Manuel Francisco Calvo y Broch, hijo del primer matrimonio de don Manuel Agustín con doña Natalia Broch, heredó toda la fortuna de sus padres, y por consiguiente, las casas Domínguez 2 y 4, las que vendió en el año 1903 al doctor Oscar Fonta Sterling. Perteneció algunos años a la carrera diplomática y fue secretario de la Legación de Cuba en París.
Como dejamos dicho, los esposos Broch-O-Farrill tuvieron ocho hijos que fueron los siguientes:
Estela, que casó con el doctor Cosme de la Torriente y Peraza, abogado, coronel del Ejército Libertador, ministro de Cuba en España, delegado de Cuba en la Sociedad de Naciones, y miembro, como representante de nuestro país, en el Comité Permanente Internacional, con sede en La Haya, ocupando la presidencia de la Asamblea de la Liga.
El doctor Torriente fue el primer embajador que tuvo Cuba y los Estados Unidos de Norteamérica, negociando el tratado por el cual fue reintegrada a la soberanía cubana la Isla de Pinos, durante la presidencia del Dr. Alfredo Zayas. Actuó también como embajador de Cuba durante la presidencia del coronel Carlos Mendieta, logrando la abolición de la Enmienda Platt.
Alberto, el segundo de los hijos, falleció muy joven.
Blanca casó con el muy valioso médico Doctor Antonio Díaz Albertini, recientemente fallecido, sin haber dejado sucesión.
Natalia casó con el señor José María Lasa, miembro de la Cámara de Representantes, siendo padres de Miguel, abogado, que casó con la señorita Conchita Urrutibeascoa y Montalvo; Maria Luisa que casó con el doctor Carlos Blanco, y José María, que permanece soltero.
María Luisa contrajo matrimonio con el doctor Serafín Fernández, secretario de la Sala de Gobierno de la Audiencia de La Habana.
Graciella y Julia fallecieron cuando contaban cortos años de vida.
Ofelia, que casó con el doctor Gustavo Angulo y Mendiola, teniendo una sola hija nombrada Ofelia.
Y León, abogado, que casó con la señorita Cecilia Franca y Álvarez de la Campa, teniendo un solo hijo, nombrado como su padre, que es un oficial del Ejército norteamericano, que luchó valientemente en Europa contra la tiranía de los países totalitarios.