Por: Conde San Juan de Jaruco
En: Diario de la Marina (12 febrero 1948)
Una de las familias que más han contribuido al desarrollo fomento de la Isla de Cuba, ha sido la de Santa Cruz, y por eso se encuentra vinculada a la historia de la nación. Remonta su origen a don Fernán de Santa Cruz, que sirvió en la guerra de la Vega de Granada, obteniendo ejecutoria de nobleza el 20 de diciembre de 1457. Su hijo don Rodrigo, Caballero de la Banda, fue secretario de los Reyes de Castilla don Juan II y don Enrique IV, y Embajador de este último ante los soberanos de Aragón y de Navarra.
A principios del siglo XVII, llegó a La Habana el licenciado Pedro de Santa Cruz y Beitía, comisionado por Felipe IV para fundar el Real Tribunal de Cuentas, con facultad para intervenir en las operaciones de Santo Domingo, Puerto Rico, Jamaica y la Florida, y de cuyo Tribunal fue su primer Contador por espacio de 32 años.
Don José de Santa Cruz y Valdespino fue jefe de la Flota de Nueva España y en 1710 alcaide del Castillo de San Salvador de la Punta, en La Habana, que era entonces el tercer cargo en el Gobierno de esta Isla; y cuando la toma de esta Plaza por los ingleses en 1762, era alcalde de esta ciudad. Su hijo, el corregidor don Pedro de Santa Cruz y Calvo de la Puerta, el cual al presentarse el vencedor, conde de Albemarle, en el Ayuntamiento habanero para pedirle a sus funcionarios obediencia a su soberano, contestó con romana entereza, con gran hidalguía el alcalde Santa Cruz: “…. que por vínculos de sangre y por juramento, él y sus colegas eran vasallos de Carlos III; que legalmente podía sólo pedirles obediencia pasiva y ésta prometía; que en eras de su felicidad, estaban dispuestos a sacrificar bienes y existencia“. Capaz Albemarle de apreciar tanta nobleza moral, no persistió en su deseo.
El coronel don Joaquín de Santa Cruz y Chacón, miembro fundador de la Real Sociedad Patriótica de La Habana, y el marqués de San Felipe y Santiago, fueron los primeros que representaron en las Cortes de Cádiz al pueblo cubano, el 6 de agosto de 1810, conforme a lo dispuesto por el Consejo de Regencia que regía en aquellos momentos los destinos de España.
Don Pedro de Santa Cruz y Aranda, alcalde de La Habana, obtuvo en 1743 un oficio de regidor de este Ayuntamiento, cuyo cargo vinculó en su familia por juro de heredar, para sí, sus hijos y demás descendientes, siendo numerosísimos los miembros de esta familia que pudiéramos citar durante la época colonial, ocupando los primeros cargos públicos y contribuyendo en todas las ramas de la actividad humana, al desarrollo y mejoramiento de la Isla de Cuba.
Dos mayorazgos anexos a los títulos de conde Santa Cruz de Mopox, y de conde y señor de San Juan de Jaruco, aseguraba la posición económica de los primogénitos de esta familia.
El actual conde de San Juan de Jaruco y de Santa Cruz de Mopox, es don Francisco Xavier de Santa Cruz y Mallen, Correspondiente de la Historia de Cuba, de la Real Academia de España, y de otras corporaciones culturales extranjeras, y miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana, autor de la obra genealógica “Historia de Familias Cubanas”. Está casado con María del Carmen Goicoechea y Durañona, teniendo por hijos: a Javier, a Joaquín, a Pedro y a Mercedes de Santa Cruz y Goicoechea.