Por: Conde San Juan de Jaruco
En: Diario de la Marina (1 junio 1947)
En el actual Paseo de Carlos III, en las faldas septentrionales de la loma coronada por el Castillo del Príncipe, se encontraba una hermosa estancia, propiedad de los Pedroso, atravesada por la Zanja Real, y cuya finca se prolongaba hasta donde primeramente se construyó la batería de San Nazario, y después la actual Universidad de La Habana.
A mediados del siglo XVIII fue adquirida la antigua estancia de los Pedroso, por don Martín de Aróstegui y Larrea, natural de la villa de Aranaz, en el reino de Navarra, caballero de la orden de Santiago, que pasó a la Isla de Cuba, donde desempeñó los cargos de alguacil mayor de la Santa Inquisición, y de presidente de su Real Factoría de Tabacos.
Aróstegui poseía en la estancia, en el sitio donde hoy se encuentra establecida la Universidad, una casa que llevaba su nombre, y cerca del Paseo de Carlos III, se encontraban unos pobres edificios que servían de alojamiento a los dependientes de la fábrica que tenía encomendado los trabajos del funcionamiento de dos molinos de tabaco, pertenecientes a la Factoría que tenía arrendada al Gobierno don Martín de Aróstegui y Larrea. Por esta razón fue conocido primeramente este lugar por el nombre de los “Molinos”, y después, por la “Quinta de los Molinos”. En 1834, fueron sustituidos los edificios antiguos por dos casas nuevas, de poco valor, que fueron destinadas a la dependencia de la fábrica.
El teniente general don Miguel Tacón y Rossique, duque de la Unión de Cuba, marqués de Bayamo, capitán general y gobernador de la Isla de Cuba, ordenó trasladar el ensayo del Jardín Botánico (que estaba situado en parte del terreno donde se construyó la estación de ferrocarriles, Villanueva) para el espacio que existía entre “Molinos” y él Paseo de Carlos III y que se fabricase en la propia estancia de Aróstegui, una pequeña quinta que sirviera de recreo a sus sucesores en el Gobierno de esta Isla, y de alojamiento propio desde su salida del mando hasta su embarque para la Península. Las obras fueron encomendadas a los hermanos don Félix y don Francisco Lemaur y de la Muraire, ingenieros militares de la plaza de La Habana, que construyeron un modesto edificio de una sola planta de azotes, huecos y tres galerías apersianadas en sus frentes, que se comunicaba con las pequeñas casas que ya existían en aquel lugar, y que fueron reformadas para alojamiento de los criados, cuadra y cochera del Capitán General.
El fundador de la ilustre familia de Lemaur en España, fue don Carlos Lemaur y Burriel, natural de Soisson, ingeniero militar francés, llamado a España por el marqués de la Ensenada, célebre ministro de Felipe V, a quien encomendó la reorganización del real cuerpo de ingenieros militares, y el cual obtuvo más tarde el grado de brigadier de los reales ejércitos españoles. Casó con doña Juana de la Muraire y Colart, natural de Barcelona, perteneciente a una ilustre familia de militares, y tuvieron por hijos, a Isidora, a Félix, y a Francisco Lemaur y de la Muraire. Los cuales fueron:
1.- Doña Isidora, casó con el habanero don Francisco Tomás de Franchi-Alfaro, tercer marqués de la Real Proclamación (perdió este título en pleito con don Manuel Rafael Recio de Morales y González-Carvajal), regidor del ayuntamiento de La Habana, miembro destacado de la casa de los marqueses de la Candia y del Sauzal, y ascendiente directo de don Francisco Franchi-Alfaro y Navarro.
2.- Don Félix, fue ingeniero militar de la plaza de La Habana, brigadier de los reales ejércitos y gobernador político y militar de la villa de Trinidad, en la isla de Cuba. Dirigió la instalación del Jardín Botánico de La Habana, y sus numerosos trabajos merecieron el elogio del barón de Humboldt, entre ellos, el estudio que realizó sobre el famoso proyecto del conde de Jaruco y de Mopox, de abrir un canal que atravesando los llanos de Güines, comunicase a la Capital con la costa Sur, y él cual dio origen más tarde al actual camino de hierro.
3.- Don Francisco, fue mariscal de campo de los reales ejércitos, virrey interino de Nueva España, gobernador de la plaza de Veracruz, gobernador político y militar de las Cuatro Villas, en la isla de Cuba, director y subinspector general del Real Cuerpo de Ingenieros, y glorioso defensor de la fortaleza de San Juan de Ulúa. Su hija Felicia, casó con don Antonio Aguilera y Tamayo, hermano de don Francisco Vicente, regidor alguacil mayor de la villa de San Salvador del Bayamo el cual durante la guerra de los Diez años dio libertad a sus esclavos, obtuvo el grado de mayor general del ejército cubano y desempeñó el cargo de ministro de la Guerra, sucediendo a Céspedes como presidente de la República de Cuba en armas.
Don Francisco Lemaur y Franchi-Alfaro, hijo también del anterior, casó con doña Joaquina de Santa Cruz y Velasco de la casa de los condes de Jaruco, y tuvieron por hija, a doña Rosa María Lemaur y Santa Cruz, se casó con don Antonio María de Zayas y Beaumont, VIII duque de Amalfi, embajador de Su Majestad, hijo de los marqueses de Cavaselice.
El teniente general don Leopoldo O’Donnell y Jórris, duque de Tetuán, conde de Lucena, capitán general y gobernador de la isla de Cuba, reconociendo que era demasiado modesta para residencia de verano de los Capitanes Generales la “Quinta de los Molinos”, donde muchos particulares poseían fincas más hermosas que la destinada al primer funcionario del país, dispuso que el general de ingenieros don Mariano Carrillo de Albornoz, fabricase un piso alto sobre el bajo, con igual repartimiento de piezas, y las cuales se reducirán a cinco principales en cada piso. También fueron ampliadas la dependencia de la servidumbre y el pequeño edificio destinado al cuerpo de guardia, que estaba a unas 80 varas al Este de la casa-quinta, cuyos jardines se encontraban contiguos al Jardín Botánico.