Por: Cristóbal de La Habana
En: Social (septiembre 1931)
Cerca de diez años (8 de marzo de 1556 a 19 de septiembre de 1565), permaneció don Diego de Mazariegos al frente del Gobierno de la Isla, y durante ese largo período de tiempo ni ocurrieron sucesos extraordinarios interiores, ni se registraron asaltos de piratas o corsarios, pudiendo considerarse como los dos hechos más sobresalientes de todo su mando, el haberse comenzado durante el mismo los trabajos para la construcción del Castillo de la Fuerza, y tomado por el Cabildo las disposiciones iniciales a fin de abastecer la villa con el agua del río “La Chorrera”.
De estos dos acontecimientos, vamos a ocuparnos en los Recuerdos de hoy, dejando para otra crónica el relatar algunos otros sucesos acaecidos en la Isla durante el gobierno de Mazariegos.
Por real cédula de 9 de febrero de 1556, se ordenó por la Corona la construcción de una fortaleza. Mazariegos eligió como sitio de emplazamiento el de las casas de Juan de Rojas. Para realizar la obra, la corona nombró a Bustamante de Herrera, “persona de confianza platico y de esperiencia en estas cosas de fortificación“, que no pudo llegar a Cuba por haberle sorprendido la muerte, designándose, en su lugar, a Bartolomé Sánchez, con el sueldo de quinientos mil maravedíes por año, llegando a La Habana; en noviembre de 1558, según se da cuenta en el cabildo de 29 de ese mes, y empezándose las obras en lo de diciembre. Sánchez traía las herramientas necesarias, y Mazariegos debía proporcionarle los trabajadores. Al efecto, éste exigió primero treinta esclavos a los vecinos, pero ante las protestas generales, el Cabildo acordó en marzo de 1559 utilizar a los vagabundos negros, mestizos y mulatos, so pena de diez pesos o cien azotes. También se empleó a 14 franceses capturados en la costa norte de Matanzas, de los que 12 se escaparon el 6 de abril, según se dio cuenta en el cabildo de esa fecha; a los presos y a los indios de Guanabacoa; pero esto último le ocasionó una reprensión de la Corona, ordenándole que sólo los utilizase si libremente querían hacerlo, y pagándoles.
Las casas expropiadas para levantar “La Fuerza”, en el lugar que hoy ocupa, eran, además de las de Juan de Rojas, las de Melchor Rodríguez, Juan Gutiérrez, Antón Recio, Alonso Sánchez del Corral, Diego de Soto, Juan de Inestrosa, Isabel Nieto y el sacerdote Andrés de Nis, vecinos de los más distinguidos y ricos que de aquel lugar habían hecho la barriada aristocrática de la villa. No todas las casas se derribaron inmediatamente, y algunas pudieron cobrarlas sus poseedores después de varios años.
Muy lentamente marcharon las obras, a pesar de los propósitos y esfuerzos de Mazariegos. Este acusaba a Sánchez de ser persona “de mucho trabajo y poco provecho“, y los oficiales de la obra, lo censuraban, además, de pendenciero, dilapidador, “hombre de estraña condición que no se abiene ni abendrá con nadie“. Fué destituido en 1560, encargándose a Mazariegos la continuación de la obra y designándose “maestro cuerdo” a Francisco de Caloña.
En el cabildo de 1o de marzo de 1558 se dio cuenta de haberse recibido doce mil pesos, enviados por la Corona para la obra. En 2 de diciembre de 1560 el cabildo, a petición del gobernador, nombró a Juan de Rojas, Alvaro Sánchez del Corral y Jerónimo de Avellaneda, respectivamente, tesorero, contador y factor, por no haber llegado de Santiago los oficiales de la Real Hacienda. En julio de 1562 se habían gastado diez y nueve mil pesos, de los 132 mil recibidos, en diversas partidas, hasta entonces, sin que aún estuviera colocada una sola piedra. En ese año se colocaron las primeras. De Cartagena se recibieron distintas partidas de negros, y de la Corona ocho mil pesos más. Sin embargo, al terminar su periodo Mazariegos, encontró su sucesor, Osorio de Sandoval, que la obra iba muy despacio, pues “por la parte denode se ha levantado más, está ygual con la tierra y por algunas no tanto“.
En cabildo de 8 de mayo de 1556 se acordó “que porque él Jagüey de esta villa de que se proveen de agua, está seco e tienen necesidad que de se limpiar para que venidas las aguas se hinche y esté de buena agua limpia, mandaron que para efecto de se limpiar el martes primero venidero de la semana que viene e para ello vayan e se den los negros que se suelen dar por los vecinos e no alsen mano hasta que lo acaben“.
Era este río Jagüey o Luyanó, situado al otro lado de la bahía, a la parte Sur, del que se abastecían los vecinos de La Habana en los primeros tiempos. Dice el doctor R. Cowley en nota sobre la historia de las aguas potables de La Habana, que aparece en Llave del Nuevo Mundo, de Arrate, que los proveedores tenían que ir a buscar el agua “en botes, remontando una gran parte de su curso para que esta fuese más pura, en razón a que la cercanía a su desembocadura, en la parte Sur del fondo de nuestra bahía era sucia y salobre“.
Y agrega el citado doctor Cowley que la insuficiencia o principalmente la mala calidad del agua del Jagüey fueron motivos para que se tratara de abastecer de aguas a la villa tomándolas del río Casiguaguas o Chorrera. Y, al efecto, los Gobernadores Juan de Avila y Antonio Chávez, así lo pidieron a S. M. en sendas representaciones, a lo que accedió la Corona por Real Cédula de 16 de mayo de 1548, autorizando “el que se abriera una zanja para traer agua potable estableciéndose el mismo año el derecho de sisa de la Zanja”.
Pero no obstante esa autorización, no fué hasta varios años después, que se tomaron por el Cabildo medidas efectivas para la construcción del cauce por donde habrían de venir las aguas del río la Chorrera.
Según aparece del acta del cabildo de 18 de junio de 1562, S. M. por real cédula inquirió informes sobre las posibilidades de traer el agua de la Chorrera, acordándose por los señores capitulares nombrar dos oficiales de cantería para que asesorasen a la comisión del cabildo en el estudio del asunto y poder informar a S. M. Dicho informe fué presentado en el cabildo del 3 de julio y se expresa que “el agua del río de la Chorrera para traerse al puerto de La Habana se ha de sacar de dos leguas del puerto; y tendrá de costo de traerse a vista de personas que lo entienden ocho mil ducados; estos ocho mil ducados no hay de donde mejor se puedan sacar que es echando sisa en algunos bastimentos que son en el vino, en el jabón y en la carne e de todo se podrá sacar en un año cantidad de 480 ducados“, indicándose la forma de repartir dicha sisa. Firman el memorial proyecto del primer acueducto habanero, Diego de Mazariegos, Juan de Rojas, Antonio de la Torre, Juan de Inestrosa y Francisco Pérez de Borroto. En diciembre de ese año, los vecinos ofrecieron al cabildo ayudar a la realización de “obra tan buena, útil e provechosa e necesaria para esta dicha villa“, contribuyendo, unos con esclavos mantenidos y herramientas por un año, y otros con diversas cantidades de dinero, desde dos hasta cincuenta ducados.
También se trató de utilizar para la recaudación de fondos con destino a esta empresa, el cobro de anclaje de todos los navíos que entraran al puerto, pero fué necesario desistir de tal medida, pues dio por resultado el que muchos navíos, para no pagar el impuesto de jabón, dejaran de hacer escala en La Habana, con grave perjuicio de los vecinos que no tenían, según se explica en el cabildo de junio 23 de 1562, “otros aprovechamientos más de lo que grangean el tiempo que están los navios en este puerto, los cuales faltando forzosamente harán despoblar esta tierra e puerto“, acordando el Gobernador y Cabildo a petición de los vecinos suspender provisionalmente dicho cobro de anclaje y pedir a S. M. deje sin lugar la cédula que lo ordenaba, como así lo hizo y participó al Cabildo en 24 de enero de 1563, manteniéndose la sisa en el vino, jabón y carne.
En el cabildo de 6 de abril se acordó “se pregone si hay alguna persona que se obligue a traer el agua de la Chorrera a esta villa, que venga a lo poner en un precio ante los señores justicia e regidores e recibírseles ha la postura“.
En el cabildo de 18 de abril compareció Francisco de Caloña, maestro de la obra de la fortaleza y presentó un escrito “e pidió lo en ella contenido tocante al traer del agua de la Chorrera“, sin que aparezca que en ese cabildo, ni en los celebrados hasta el 19 de septiembre de 1565 en que fué sustituido el Gobernador Mazariegos por García Osorio, se tomase acuerdo alguno referente al abastecimiento de agua de la villa.