Muerte: mi corazón no desanimas
y aún te aguardo con grato sentimiento;
que siempre fue mi decidido intento
subir las cumbres y medir las simas.
En tanto que mi pecho no comprimas
para beber su postrimer aliento,
con el hilo de luz del pensamiento
voy tejiendo la veste de mis rimas…
Y con ella, pletórico de orgullo,
envuelvo el alma como en un capullo,
donde se viste de mejores galas,
y en cuyo seno, con perenne anhelo,
presintiendo la fuerza de sus alas
¡goza ya con la gloria de su vuelo!
Rubén Martínez Villena
La pupila insomne (1919)