Concurren a la exacta rectitud de la estela,
el lastre de prudencia, la estiba de ambición;
y el rumbo —resultante del timón y la vela—
prolonga una serena bisectriz de ilusión.
El velamen preñado por la racha sonora
incuba, como un vientre, su anhelo de volar,
y el casco enfila dócil, del timón a la prora,
el amor de la brújula con la estrella polar.
¿Y adonde va la barca, tenaz en energías?
¿Adonde va en la eterna sucesión de los días,
que tras el desengaño de todos los crepúsculos
sigue abriendo las aguas a babor y estribor?…
(Tiembla en la arboladura un esfuerzo de músculos.
Hay un jirón de cielo sobre el palo mayor.)
Rubén Martínez Villena
La pupila insomne (1922)