Marchaba lento el escuadrón riflero:
ciento veinte soldados de la España
que llevaban, cual prueba de su saña,
a Sanguily, baldado y prisionero.
Y en un grupo forjado por Hornero,
treinta y cinco elegidos de la hazaña,
alumbraron el valle y la montaña
al resplandor fulmíneo del acero.
Alzóse un yaguarama reluciente,
se oyó un grito de mando prepotente
y un semidios, formado en el combate,
ordenando una carga de locura,
marchó con sus leones al rescate
iy se llevó al cautivo en la montura!
Rubén Martínez Villena
Mensaje lírico civil (1919)