Impartida por la Dra. Juana Rosales García, el 19 de diciembre de 2014 en el teatro de la Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena.
Primero quiero agradecer a la Biblioteca Rubén Martínez Villena por ofrecerme la oportunidad de compartir con ustedes lo que para mí es siempre un placer: hablar de Rubén, en este caso en el 115 aniversario de su natalicio.
La conferencia de hoy vamos a dedicarla a la historia de vida de este joven, para en enero concentrarnos en su pensamiento político tal y como lo hemos coordinado.
Respecto al título de esta exposición: “Rubén: una vida con luz plena de mediodía”, debo decir que refiere una anécdota del encuentro de General Máximo Gómez con aquel niño rubio de ojos verde azules que solo tenía dos años: resulta que en unos de los viajes que frecuentemente hacía con su familia a La Habana, atrajo la mirada del venerable anciano, quien recomendó que lo cuidaran mucho pues tenía una mirada muy inteligente: “Tu vida tendrá luz plena de mediodía”, le dijo Gómez a Rubén. Sobre este encuentro escribiría Villena más tarde: “Mi infancia tuvo, es cierto, un esplendor de aurora”.
Villena fue un hombre excepcional: figura paradigmática en tanto intelectual y dirigente del Primer Partido Comunista de Cuba. Un joven que amó mucho, que escribió poemas maravillosos, luchó por la causa a la cual entregó su vida, con un optimismo digno de imitarse, de una voluntad férrea además, frente a una salud quebrantada por la enfermedad que padeció desde muy joven al contraer la tuberculosis.
Rubén nace en un hogar modesto, el 20 de diciembre de 1899, en Alquízar, en la antigua provincia de La Habana. Su formación inicial fue un factor determinante para este niño. Su madre fue Dolores M. de Villena y Delmonte, mujer muy culta que inculcó en el hijo una gran espiritualidad, el amor por las artes. Sobre los antepasados de abolengo de Dolores, Rubén ya joven bromearía con sus compañeros sobre que “eran demasiados títulos para un solo comunista”. Según los testimonios de su amigo y cuñado José Tallet y de Pablo de la Torriente, otro de sus grandes amigos, la devoción de Rubén por su madre era tal que se ataba un fino hilo a su muñeca para despertar ante el más mínimo movimiento de su madre enferma, como le contara Rubén poco después de su muerte en 1922.
También fue muy importante la influencia de un maestro e intelectual nacionalista como su padre, Luciano Rogelio Martínez Echemendía. Hombre de carácter enérgico, trabajador inagotable, Martínez dedicó toda su vida a la enseñanza. Luciano siempre ayudó y protegió a su hijo aunque no compartiera sus ideas. Existen cartas ya publicadas que reflejan las angustias de un padre frente a los ideales de su hijo enfermo.
La influencia de la formación escolar, de una educación donde la cubanía y el rescate de las tradiciones nacionales y martianas eran fundamentales, también fue muy importante en la vida del niño. Realiza sus estudios de enseñanza primaria en la Escuela Pública No. 37 del Cerro (esta escuela se encontraba donde está hoy el Hospital de Calzada de Cerro y Lombillo y que estaba situada muy cerca de su casa en Falgueras cerca del parque de Tulipán).
Cabe resaltar la guía ejercida por dos magníficos educadores: Salvador de la Torre y Luis Padró, los cuales iniciaron en aquel centro de estudios un ensayo sin precedentes en la escuela pública cubana: establecieron una “república escolar” que tenía como eje central la formación de hombres íntegros, cívicos y honrados, en franca crítica a la república existente. Rubén ocupó diferentes cargos en aquella “república escolar”, llegando por sus méritos a ser incluso presidente. Precisamente por este desempeño como “presidente” fue felicitado a través de una carta por Gerardo Machado, entonces secretario de gobernación del gobierno de José Miguel Gómez.
Por lo demás aquel niño rubio, de cabello castaño, bellos ojos y complexión delgada, era un niño era alegre, que disfrutaba de las cosas bellas, y como todos disfrutaba jugar con sus amiguitos, hacer travesuras, pero siempre fue cariñoso y obediente.
Esta formación y su alto sentido del deber es la que lleva al adolescente de 17 años a convertirse en un maestro popular voluntario de niños y jóvenes analfabetos y desamparados, hijos de humildes trabajadores (tradición que continuará después en las aulas de la UPJM), en la escuela “Hoyos y Junco” (curso 1916-1917), instituto que estaba incorporado al sistema de escuelas que mantenía la “Sociedad Económica de Amigos del País” (SEAP) y de la cual su padre había sido nombrado director.
En la biblioteca “Falangón”, anexa a la escuela “Hoyos y Junco” (por aquel entonces la familia vivía en el mismo edificio donde estaban escuela y biblioteca), el joven Rubén amplió y profundizó sus estudios de Historia de Cuba y de la vida y obra de grandes patriotas, José Martí, Carlos Manuel de Céspedes, Antonio Maceo, Manuel Sanguily, Máximo Gómez, Ignacio Agramonte, Enrique José Varona. Asistió además a las conferencias pedagógicas que por iniciativa de su padre se impartían los domingos.
Estimulado por estas lecturas y bajo la influencia de su padre -que por entonces escribía trabajos acerca de nuestras tradiciones patrióticas- se fue cimentando un espíritu de rebeldía y entrega, y sus ansias de vivir una vida de altos ideales.
Villena inicia sus estudios en la Universidad de La Habana en 1916 en la Escuela de Derecho. Es en el entorno de esa universidad anquilosada, donde, aun confusamente, tuvo el joven las primeras revelaciones en relación con la realidad del país.
Como estudiante universitario (1916-1922) comienza a expresar sus desvelos por los problemas patrios. Los versos que escribe centrarían su atención en elogiar las gestas independentistas, sobre todo la recién concluida guerra del 95 y los patriotas del mambisado revolucionario. A partir de 1918, sus poemas “19 de mayo” (dedicado a Martí), “San Pedro”, “Jimaguayú” y “Máximo Gómez”, “El rescate de Sanguily”, “Mal tiempo”, entre otros, aparecen publicados en diferentes revistas.
“El descubrimiento de Martí -como diría Raúl Roa- letra encarnada en acción, fue como si el sol se le volcase repentinamente en el pecho y le destellara en la sangre”. De esas raíces nacería una vocación revolucionaria puesta al servicio de los más altos empeños. Por entonces era conocido entre los estudiantes por un “Canto a Martí” y fue entonces que sus amigos lo bautizaron con el sobrenombre de “El Poeta”.
Paralelamente a sus estudios el joven trabajó en el bufete Ortiz, Jiménez Lanier y Barceló entre 1918 y 1923, primero como auxiliar y posteriormente como secretario particular del Dr Fernando Ortiz, al que consideraba uno de sus maestros. Tanta era la confianza de Ortiz en Villena, que le encargaría la compilación y el prólogo de sus discursos. Es en este Bufete que Rubén conoce a Pablo de la Tómente. En la azotea del Bufete jugaban a la pelota aquellos que desde entonces fueron amigos.
El estado político moral y psicológico de Villena puede apreciarse en sus más profundos poemas escritos en los albores de 1923 como “La pupila insomne”, donde nos habla de “su anhelo sagrado”; “El anhelo inútil”, en el que clama por alas más altas para poder conquistar grandes ideales, “Insuficiencia de la escala y el iris”, “Paz callada”, que refleja esta impaciencia ante la abulia, la inercia; y “El gigante” (este último como diría el gran martiano Cintio Vitier: “única resurrección del fuego espiritual de los versos libres”).
Todos sus poemas invocan un cambio radical en el sentido de la vida, una necesidad de luchar, de involucrarse de alguna forma en la transformación del status existente. Así se pregunta con un sentimiento de impotencia: ¿Y qué hago yo aquí donde no hay nada grande que hacer? Más por encima de su desesperanza afirma que “Hay una fuerza concentrada, colérica, expectante en el fondo sereno de mi organismo; hay algo que reclama una función oscura y formidable”.
Rubén también escribió entonces maravillosos poemas llenos de amor y erotismo como por ejemplo “Soneto” y “Hexaedro Rosa”, que expresan las ideas de un hombre profundamente viril, romántico y desprejuiciado. Respecto a “Soneto” tuvo su origen en el patio de los laureles cuando sus amigos lo retaron acerca de que acerca de que él no podía escribir versos eróticos. Al rato regresó con ese poema que recitó a todos los presentes.
Acerca del Villena en esta época universitaria, Andrés Núñez Olano, quien fuera su amigo nos habla de un hombre cuya mirada poseía el resplandor de un fuego secreto y “aguda como un dardo”, siempre se dirigía “a buscar en los hombres y en las cosas el refugio recóndito de la verdad”. Todo ello unido a una “ascética silueta” hacía pensar que “aquel mozo se consumía en quién sabe qué oculta y misteriosa flama”.
Aproximadamente desde 1920, Rubén comienza a encontrarse con un grupo numeroso y heterogéneo de intelectuales, que se reunían con cierta regularidad y en lugares diferentes con el interés de actualizar las corrientes artísticas del país. Como explica nuestro historiador Eusebio Leal: ” (…) en el Naranjal, en el hotel Ambos Mundos, en el Lafayette, en el corazón de La Habana, donde se reúnen con los viejos representantes del pensamiento cubano, con el propio Eusebio Hernández, con Juan Gualberto, con Sanguily, con Varona (…) “.
En estas “tertulias” se puso de manifiesto un gran sentimiento de rebeldía, que en una primera etapa va a buscar su expresión en la poesía. Una parte de estos jóvenes, participará posteriormente en la “Protesta de los Trece”, en la “Falange de Acción Cubana” el “Grupo Minorista” y el “Movimiento de Veteranos y Patriotas”.
En esta etapa de inicio de la formación revolucionaria de Villena también desempeñó un papel trascendental la práctica revolucionaria, la praxis de comprometimiento político y social a la que el joven estuvo vinculado muy tempranamente. Lidera a la joven intelectualidad artística y literaria en la acción cívica de la Protesta de los Trece (1923), primera batalla política; en la constitución de la Falange de Acción Cubana (1923),el Grupo Minorista, se sitúa en las posiciones más radicales de los grupos nacionalistas (fueron sus mentores Enrique J. Varona y Manuel Sanguily), que optan por la vía insurreccional con el Movimiento de Veteranos y Patriotas (1923), la Federación Anticlerical de Cuba y la incorporación al claustro de profesores de la Universidad Popular José Martí, que lo vincula al movimiento obrero. En los albores de este crucial año de 1923 escribe ” Baire”, primera prosa que expresa un anhelo concreto de redención nacional.
Todos estos hechos forman parte de la agitación social en la “década crítica”, (signada por acontecimientos de alcance mundial como la Revolución de Octubre y la Revolución Mexicana), que se caracterizó por una vigorosa irrupción de las masas populares en la vida política y social del país expresada en un conjunto de hechos históricos entre los cuales se destacan: el Congreso Obrero de 1920 y la fundación de la Federación Obrera de la Habana (FOH), la reforma universitaria y la creación de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), el Primer Congreso Nacional de Estudiantes y la creación de la Universidad Popular José Martí (UPJM), la Protesta de los Trece, Falange de Acción Cubana, el Grupo Minorista y el Movimiento de Veteranos y Patriotas, el Primer Congreso Nacional de Mujeres, la Junta Cubana de Renovación Nacional, el resurgimiento de la Agrupación Socialista de La Habana (ASH), cuya fracción más radical fundó la Agrupación Comunista de La Habana, Federación Anticlerical de Cuba, la creación de la Liga Antimperialista, la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC)y el Partido Comunista de Cuba (PCC).
En este contexto es que comienza a conocerse más profundamente la obra de José Martí y se produce el primer intento por aprehender el pensamiento revolucionario y antimperialista del Apóstol en su verdadera dimensión. En la nueva generación de líderes e intelectuales revolucionarios que iniciaron su formación ideológica en estos primeros años de la neocolonia, Villena se destaca como figura paradigmática entre aquellos jóvenes, que buscaron armas en el pensamiento y la acción de Martí para conocer y transformar la realidad de la república plattista.
La Protesta de los Trece (18 de marzo de 1923) significó la irrupción de Villena en la vida política, su llamado Bautizo Político. Los hechos de la protesta encabezada por Rubén son narrados en el conocido poema “Mensaje lírico civil”, donde el joven nos habla de que hace “falta una carga para matar bribones, para acabar la obra de las revoluciones y poder lograr el sueño de mármol de Martí, la República frustrada.
La Protesta de los Trece significará el reconocimiento tácito al liderazgo de Rubén sobre una nueva generación de intelectuales de la pequeña burguesía que en franco proceso de maduración ideológica irrumpe en la historia cubana mediante este acto cívico de repudio a la corrupción administrativa y política del gobierno de Alfredo Zayas (1921-1925) y se proyecta hacia la búsqueda de nuevos rumbos, por no mantenerse al margen de los hechos.
Rubén participa en la agrupación nacionalista reformista conocida como Movimiento de Veteranos y patriotas y organizada en agosto de 1923, es llamado a formar parte del Consejo Supremo Nacional.
En esta agrupación, Villena desplegó una lucha incansable; fue su jefe más activo. Algunos minoristas lo secundan en este nuevo intento para la regeneración patria.
Simultáneamente a estos hechos se está desarrollando la reforma universitaria liderada por Julio Antonio Mella (recordemos que en diciembre de 1922 se había fundado la FEU), quien estaba enfrascado en la organización del Primer Congreso Nacional de Estudiantes (se celebraría en octubre del 23). Villena en medio de los trajines veteranistas conoce a Mella y sella una amistad para siempre.
La influencia de Mella, devenido de líder estudiantil a pensador y dirigente marxista, en Rubén fue muy importante en la radicalización de sus ideas políticas. Según el testimonio de Raúl Roa es muy probable que el acercamiento de Villena a las ideas marxistas se haya efectuado en aquellas fructíferas discusiones que sostuvo con Mella desde que se conocieron.
Los contactos que comenzó a tener con los líderes obreros de la época y con la clase obrera contribuyeron a este proceso de maduración política. En unión de Mella visita asiduamente la Federación Obrera de La Habana, donde se reunían los líderes de los sindicatos. Conoció entonces a Alfredo López. Mella lo conectó con José Miguel Pérez, Alejandro Barreño. También se relaciona con José Regó, Ramón Nicolau, entre otros.
A partir de 1924 en un franco proceso de radicalización revolucionaría, Villena escribe artículos de carácter político y social para El Heraldo, como redactor de su Página Literaria de los Lunes y editorialista.
La integración definitiva de Villena como profesor de Pedagogía Obrera y Antimperialismo en la Universidad Popular José Martí (UPJM, 1925), fue muy importante en la vida de Rubén. La UPJM fue una verdadera escuela en esta etapa de su vida. A través de su participación en esta experiencia pedagógica revolucionaria comenzó a vincularse más fuertemente al proletariado. No obstante, no abandona totalmente la lucha en la que se había iniciado, la acción política y cultural en el seno de la intelectualidad.
La relación con el grupo de exilados venezolanos y peruanos (1925), que fundan la revista Venezuela Libre, también le sería muy provechosa en ese sentido. Todos aquellos jóvenes se reunían en un local bautizado por Mella con el sugerente nombre de “La Cueva Roja”, en el cual se desarrollaban largos debates en torno a la necesidad de consolidar y unificar la lucha antimperialista y a los caminos más eficaces para realizar la revolución social.
Paralelamente a estas actividades Villena no ha abandonado su participación en el Movimiento Minorista surgido desde 1923. De hecho su liderazgo contribuyó a la maduración política del movimiento de algunos de sus integrantes.
Cabe resaltar también dentro de la actividad revolucionaria de Villena entonces la vigorosa actitud asumida como abogado defensor y como miembro del comité pro-libertad de Mella, cuya campaña tuvo resonancia internacional. Nos referimos al comité creado a partir de la heroica huelga de hambre que protagonizara Mella en protesta a su injusta encarcelación (1925). Sobre el agobio de Rubén por salvar la vida de Mella, cuenta Ásela Jiménez: “Testigo fui de todo aquello, porque por las noches no me visitaba un novio galante, sino un hombre angustiado”. Rubén se había comprometido en 1924 con Ásela Jiménez, la compañera de su vida, a la que amó mucho y con la cual concibió a su única hija Rusela. Testigos de ese conmovedor amor son las cartas que recomendamos leer y que han sido publicadas en el libro Ásela Mía (Ana Núñez Machín y Angelina Rojas).
Otro hecho importante a destacar en este año es su conocido enfrentamiento con el “asno con garras”, como él calificara a Gerardo Machado (1873-1939). Aunque es muy conocida la anécdota sobre el enfrentamiento con Machado, es importante resaltar que la misma refleja la amistad profunda que ya por entonces unía a Mella y a Rubén. La frase “asno con garras” trascendió y marcó al dictador para siempre.
Después del forzoso exilio de Mella (enero de 1926), Villena se consagró totalmente a cumplir las diferentes tareas que este le confiara y le da continuidad al trabajo en diferentes frentes: el fortalecimiento de la Liga Antimperialista y el trabajo en la Universidad Popular José Martí, responsabilidades que se traducen en el incremento de sus relaciones y actividades con los sindicatos y centros obreros.
En este orden se hace responsable de la asesoría legal de la CNOC y varios sindicatos, es el principal orientador y defensor de los obreros y labora con figuras del movimiento obrero como Fabio Grobart, Alejandro Barreiro, Joaquín Ordoqui y Sarah Pascual, entre otros. Paralelamente participa en actividades del Grupo Minorista.
Otro momento crucial en la vida de Villena fue el año 1927. En septiembre ingresa al Partido Comunista (si no ingresa antes en el Partido, es en buena medida, por la concepción prevaleciente contraria al ingreso de los intelectuales en la organización, y no por falta de méritos revolucionarios, convicciones políticas e identificación con el proletariado para pertenecer al mismo). La noticia feliz fue recibida por Rubén mientras se encontraba ingresado en el hospital La dependiente, debido a una tuberculosis que siempre tuvo un enemigo para lograr su curación: la lucha incansable de este hombre sin par por la causa del proletariado. Según sus propias palabras ya su vida no le pertenecía.
El prestigio de Villena entre los trabajadores era tan alto que rápidamente, por cooptación formaría parte del Comité Central en 1928. Si bien en la práctica funge como secretario general del PC desde 1929, nunca fue nombrado oficialmente como tal, por estos prejuicios con respecto a los intelectuales, típicos de la inmadurez del movimiento comunista de la época.
En 1927 funda junto a profesores de la UPJM la revista antimperialista América Libre (sucesora de Venezuela Libre. Allí publica “Cuba, factoría yanqui”, -que constituye el primer ensayo de interpretación marxista y leninista de la sociedad cubana, donde realiza un estudio hasta ese momento inédito de la economía cubana-, denuncia el proceso de penetración y absorción política y económica del imperialismo norteamericano en Cuba.
Entre 1927 y 1930 va a dedicarse por entero a la causa del proletariado, a la tarea de aglutinar las fuerzas obreras y sindicales. Como expresa el testimonio de Raúl Roa, “(…) todo lo dejaría para acelerar, con su sacrificio, el advenimiento de la nueva vida. Se había hallado al fin a sí mismo: ‘servir en silencio y desde abajo'(…) La ‘semilla en un surco de mármol’ devenía semilla en un surco de fuego “.
Aunque no abandona su necesidad de escribir versos, en carta conocida expresará: “Yo destrozo mis versos, los desprecio, los regalo, los olvido: me interesan tanto como a la mayor parte de nuestros escritores interesa la justicia social. (…)”.
Es importante significar que en este contexto Villena, actuando ya como máximo inspirador del Partido, acepta el plan insurreccional de Mella (1928), que proclamara con la fundación de la Asociación de Nuevos Emigrados Revolucionarios Cubanos (ANERC). Dicho programa resultaba una refutación a la consigna de clase contra la clase orientada por la Internacional Comunista.
Resultado y culminación entonces de la batalla emprendida por este joven líder fue la organización de la huelga del 20 de marzo de 1930 (primera huelga política contra el dictador Machado).
Creció a partir de este acontecimiento el hostigamiento del régimen hacia su persona, todo lo cual le obligó a transitar por el camino del exilio antes emprendido por Mella y otros revolucionarios. Hacia finales de marzo marchará gravemente enfermo a un sanatorio de la antigua Unión Soviética, país en el que permanece por casi tres años.
A pesar de su delicado estado de salud no deja de trabajar por la causa del proletariado: participa en el V Congreso de la Internacional Sindical Roja (ISR), en Moscú (10-25 de noviembre de 1932), representando a la delegación del movimiento obrero cubano.
En 1931, Villena, después de un año de forzosa hospitalización por sus graves problemas de salud, y sufriendo una gran desesperación a causa de la inacción, comienza a trabajar en el Secretariado Latinoamericano de la Internacional Comunista en Moscú. Rubén pudo haberse curado, sin embargo, decide trabajar incansablemente y regresar a Cuba para continuar la lucha. En mayo de 1933 arriba a la patria después de más tres años de ausencia (desde el 30 de marzo de 1930 hasta el 13 de mayo de 1933).
Desde su llegada y prácticamente desde su lecho de enfermo dedica todas sus fuerzas a las labores de dirección, cohesión y movilización del movimiento obrero y revolucionario para derrotar a Machado. Este propósito se logra tras desencadenarse la huelga política que en agosto derribaría la dictadura.
Habla por última vez ante el público durante el sepelio de las cenizas de Mella el 29 de septiembre de 1933.
Villena, ya herido de muerte, continuó trabajando por la formación de un frente único para la revolución antimperialista hasta los últimos meses de su vida. Recordemos que escribiría su informe al IV Congreso Obrero de Unidad Sindical de enero de 1934. Durante la celebración del mismo, él fallece con solo 35 años, minado su organismo por la enfermedad.
Precisamente en recordación de ese luctuoso día ofreceremos una conferencia dedicada a su pensamiento en enero.
Por la dimensión humana que le caracterizó, tanto en la vida personal como intelectual ypolítica, nos aporta un arquetipo de hombre, de militante y cuadro revolucionario de genuina continuidad con Martí, de imprescindible estudio y emulación por parte de cada uno de nosotros los cubanos y cubanas de esta Rrevolución.